Yo, por mí, no escribiría de esto. Yo hablaría de otra cosa, pero es usted el que decide. Es más, podríamos dejarlo aquí y ver para adelante, hacia el futuro. ¡No!, ¡basta!, ¡cuánta obstinación!, sin embargo, en este párrafo quedará constancia que lo intenté y que no fue cosa mía. Es usted y este maldito y voluntarioso teclado mío los que quisieron que hablara de ello, no yo. Usted ganó. Hablemos pues, del juicio a los ex presidentes.
De entrada, permítame preguntarle, ¿qué le hace pensar que es un tema que está a debate? ¿El escuchar abogado tras abogado subrayar la ilegalidad de la cuestión? Contrario a los derechos humanos, discriminativo, generalizador. ¿Porque burla el debido proceso que protege a todos, sea ex presidente o no? ¿Porque la Suprema Corte de Justicia tendrá que declararlo inconstitucional? A ver si queda claro: esto no se llama “la consulta para investigar a los ex presidentes”, sino “el juicio a los ex presidentes”, no hay discusión ni consulta ni votación, el juicio ya empezó. Silencio. Todos de pie.
La toga negra se desliza solemne por los escalones hasta alcanzar su asiento en el centro. Mira la Biblia sobre la que jurarán los testigos, observa a los jurados, al alguacil, toma el gavel y da un par de martillazos con él. ¿Demasiado hollywoodense, piensa usted? ¿Así no son los juicios en México? No importa, cada uno lo hará con las imágenes de juicios que tenga en la mente. Créame, se parecerán a estas. ¿O usted realmente piensa que contamos con tiempo para la legalidad y el debido proceso teniendo las elecciones del año entrante encima? “El juicio” es narrativa, es estrategia y ante todo es un marco espectacular.
Esta semana se rendirá el Segundo Informe de Gobierno, las noticias no son buenas, los pronósticos peores. ¿Qué mejor para un cuadro que no pinta bien, que un buen marco para disimular los problemas o los desaciertos?
Se lo describo: al fondo, los imponentes volcanes bajo un cielo que amenaza tormenta; al frente, una recesión en la que el país cayó a los pocos meses de haber iniciado el gobierno. Una relación con la iniciativa privada y los inversionistas fracturada. Quiebras, desempleo. Traiciones y videos. Crisis económica, crisis de seguridad y las catastróficas declaraciones, las catastróficas decisiones y las catastróficas muertes de la crisis de salud. ¿Tiene el diccionario una palabra que vaya más allá de la “catástrofe”? El secretario de Hacienda solo dice que lo que viene será muy “fuerte”, muy “serio”, lo peor que hemos vivido. ¿Infernal, será?
Para eso sirve el marco, para eso sirve el juicio. Y usted preguntará ¿y el desahogo de pruebas?, ¿los alegatos?, ¿la apelación? No habrá. ¿Y cuando la Suprema Corte lo declare inconstitucional? Mejor. Se reafirmará la idea: la justicia de nosotros por encima de la ley de ustedes. Y, de paso, se pondrá en su lugar al Poder Judicial: lejano de la gente. Solo el Poder Ejecutivo entiende.
Y ahora sí, la pregunta crucial: ¿cuándo terminará el juicio? Y he aquí lo genial. Termina el día de la consulta. Voten los que voten, pocos o casi nadie, convencidos, amañados o acarreados, el simple hecho de que hayan ido a votar hará que el resultado de las urnas no diga sí o no. Dirá: culpables. Y con eso se acabó. ¿Alguna objeción? No ha lugar.
@olabuenaga