No escuchan a los cubanos

Ciudad de México /

Al ritmo de un danzón, un guaguancó, un bolero, un mambo, una conga o un son, resulta increíble pensar que, habiendo inventado tantos géneros y formas de comunicarse, no se quiera escuchar a los cubanos.

El domingo 11 de julio los cubanos salieron a las calles a gritar y manifestarse contra sus condiciones de vida y su falta de libertad. No, no fue solo en La Habana, fue en toda la isla. Tampoco fue un puñado, fueron miles. Los 62 años de dictadura, como una de las tantas balsas que intentaron cruzar hacia Miami, están haciendo agua. Mientras, a ritmo de rap, se escucha: “Que no siga corriendo la sangre/ por querer pensar diferente/ ¿Quién les dijo que Cuba es de ustedes?/ si mi Cuba es toda mi gente/ Patria y vida/ Patria y vida”. Patria y vida como una confrontación ideológica y vital al “Patria o Muerte” de Fidel. ¿Alguien dijo Fidel? Que nadie sepa que dije Fidel. Patria y vida repetida hasta el cansancio y, a pesar de ello, en la mañanera nuestro Presidente da su apoyo tácito al gobierno y no al pueblo cubano. ¿Por qué? ¿Si el pueblo bueno es cubano, entonces deja de ser bueno? ¿Por qué el gobierno mexicano no quiere escuchar a los cubanos?

¡Singao!, pocos insultos tan altisonantes en la isla como este. El presidente Díaz-Canel invita a la población a la violencia, a reprimir a los manifestantes, indignante viniendo de un mandatario. Cubano contra cubano que se encuentran en el malecón mientras pega la brisa y el rumor de otra canción: “Díaz-Canel, singao/Díaz- Canel, singao/ Singao, singao”.

¡Singao!, la dictadura de Franco duró 40 años y no fue peor que esta, la de Pinochet menos de 20 y tampoco lo fue. ¡Singao!, ¿qué sucede con las dictaduras de izquierda que siempre alguien quiere defender? ¿Por qué nuestro Presidente no quiere escuchar a los cubanos? ¿Será porque su gobierno les quitó el Internet y los tiene digitalmente amordazados?

Cuente hasta 62 años y ahora explíqueme ¿cómo se hacen oídos sordos a 62 años sin libertad? ¿Apelando a los yanquis, al imperio y a un lenguaje apolillado lleno de huecos? Nostalgia de un Fidel que se murió cuando lo dejaron de apoyar los rusos, los chinos y los venezolanos.

¿Es una dictadura, canciller? El embargo debe de terminar dice nuestro secretario de Relaciones Exteriores. Sin duda, pero ¿es una dictadura? Y el canciller sin levantar la mirada no condena, pero lo más contundente, tampoco defiende. Les vamos a mandar jeringas, dice. Y Genaro Estrada se queda pensando si mandar apoyo a un gobierno cuestionado, sin ninguna institución desinteresada de por medio, no es una puñalada por la espalda a su tantas veces citada doctrina: la famosa Doctrina Estrada.

¿Por qué? ¿Por qué nuestro gobierno los defiende? La respuesta es más fácil de lo que uno piensa. No los están defendiendo, se están defendiendo a sí mismos. Los gobiernos que se presentan o se sienten de izquierda, siempre defenderán a los que asumen “suyos”. Piensan que dejar caer a Maduro, a Fernández, a Evo o a Cuba, el líder ideológico de todos, es una mala propaganda, un mal augurio, una evidencia para el electorado que ellos tendrán el mismo resultado, que se terminarán desacreditando gobernando. No, no los defienden a ellos, se defienden a sí mismos. ¡Singao y sesenta y dos veces singao!, no van a escuchar a los cubanos.

@olabuenaga


  • Ana María Olabuenaga
  • Maestra en Comunicación con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana y cuenta con estudios en Letras e Historia Política de México por el ITAM. Autora del libro “Linchamientos Digitales”. Actualmente cursa el Doctorado en la Universidad Iberoamericana con un seguimiento a su investigación de Maestría. / Escribe todos los lunes su columna Bala de terciopelo
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