Un anzuelo de rabia

Ciudad de México /

Después de todo lo vivido en noviembre y pasada ya la marcha y el discurso del sábado pasado, solo hay una frase posible: Disfrute lo votado. ¿Le da rabia lo que acabo de escribir? O ¿acaso disfruta la ira y el disgusto que provocará esa frase en alguien más? Muy bien, lo escribí precisamente para eso. Para engancharlo y que siguiera leyendo. Un “anzuelo de rabia”.

Rage bait, en español “anzuelo de rabia”, es el concepto o palabra que este año fue escogida como “Palabra del Año 2025” por el Oxford University Press, la editorial del Diccionario Oxford, y funciona de la misma manera que cualquier otra carnada.

Se toma un gancho pequeño y curvo, cuya punta debe ser como una flecha en miniatura, pero más aguda y afilada, porque es en ella donde se clava la mosca, la lombriz, el señuelo o el pedazo de rabia que servirá para atraer al otro, engañarlo y que al morder lo dejemos picado, atrapado por la boca. La carnada puede ser una imagen o, como fue en este caso, una frase tan solo de tres palabras: Disfrute lo votado.

Un “anzuelo de rabia” de forma teórica se define como contenido que se comparte en línea, específicamente diseñado para provocar ira o rabia y generar con ello tráfico, interacción y viralidad. Oxford la escogió porque el uso del término se triplicó en el último año y encapsula una práctica cada vez más común en las redes sociales: manipular emociones para conseguir viralidad. A final de cuentas, más allá de si usted piensa que  “Es un honor estar con Claudia hoy” o que “Es un horror estar con Claudia hoy”, de si no quiere que regrese “la mafia del poder” o quiere que ya se vaya “la mafia que hoy está en el poder”, lo que la práctica refleja es lo violento del momento cultural actual.

El tema es ¿por qué?, ¿para qué buscar día tras día que el otro clave la boca en el odio y la rabia? Para generar alcance, visibilidad y poder. El anzuelo de odio existe, porque la indignación es una emoción que el algoritmo premia. Y es que cuando algo indigna, enoja o da rabia, la gente reacciona más, comenta más, comparte más y eso le da al generador de la carnada, al creador del anzuelo, más tráfico, más monetización, más seguidores y más influencia. Pero también, para profundizar la polarización y ponerle más heridos a la guerra, para manipular opinión pública y fortalecer identidades: “los buenos contra los malos” y poder movilizar audiencias a favor o en contra de causas o figuras. Para generar votos. Porque, a final de cuentas, la rabia vende.

Lo que tenemos que tener claro es que el objetivo de un anzuelo jamás es debatir. El anzuelo no discute con el pez. El objetivo del anzuelo no es informar o dialogar, sino romperle el hocico y de ahí romperle la mente al que se le provoca la rabia. Mientras más se enoja la gente y más reacciona, más se distribuye el contenido. Por todo ello, la práctica de lanzar anzuelos de rabia es una de las estrategias más tóxicas del ecosistema digital, porque convierte la ira en espectáculo rentable. 

El problema es que la cosa no se queda ahí. La rabia se desborda. El mundo es uno solo. La rabia que se destila en una plataforma digital termina por derramarse por las calles hasta que la rabia cambia de color y se convierte en sangre.

Entonces, dígame, ¿disfrutó lo leído?


  • Ana María Olabuenaga
  • Maestra en Comunicación con Mención Honorífica por la Universidad Iberoamericana y cuenta con estudios en Letras e Historia Política de México por el ITAM. Autora del libro “Linchamientos Digitales”. Actualmente cursa el Doctorado en la Universidad Iberoamericana con un seguimiento a su investigación de Maestría. / Escribe todos los lunes su columna Bala de terciopelo
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