“Si me matan sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte”, dicen que decía Minerva siempre que le advertían que la iban a matar. Tanto ella como su hermana María Teresa —la de la larga trenza negra, la más alta— sabían que las iban a matar, pero no querían creer que ya lo sabían. De seguro lo hablaron cuando estuvieron en la cárcel, tal vez después de ser violadas. En cambio para Patria, la hermana mayor, la que menos sabía de resistencia y oposición al Presidente, el primer palazo le debió haber resultado una sorpresa. A las tres las tundieron a palazos y, como alguna todavía respiraba, a las tres hermanas Mirabal las ahorcaron con unos pañuelos, las subieron a una camioneta y las arrojaron al barranco. La orden la había dado el presidente y dictador dominicano, Rafael Leónidas Trujillo, exactamente hoy hace 59 años. Eso es lo que hoy se conmemora. Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Este es el punto de partida de cualquier marcha que suceda el día de hoy.
Como esta marcha de palabras que van una detrás de otra y buscan visibilizar un tipo de violencia que parece menos ruda que la que revienta un pómulo, pero que también cobra vidas. Se trata de la nueva violencia que viaja por las carreteras digitales donde también hay palos, pero son electrónicos. “Ojalá te violen y te maten, puta desgraciada”, dice un posteo dirigido a una niña de 12 años que hizo un flash de sus diminutos senos y que alguien decidió subir a las redes. Imagine los cientos de posteos que siguieron. La vida de Amanda se quebró, tanto, que terminó ahorcándose en el baño de casa de sus padres. No, no se detenga. Necesito que me lea y que me eche una mano. Este no es un tema de mujeres, este es un tema que urge hablar con hombres. No con esos que escribieron y compartieron, con esos no hay nada de qué hablar. Con todos los demás, que son la inmensa mayoría.
A Audrey la drogaron, la violaron, rayaron e hicieron dibujos en su cuerpo con plumones indelebles señalando con flechas sus genitales. Las fotos se subieron a las redes. “Mi vida está acabada”, escribió, y también se ahorcó. A Tiziana le publicaron videos íntimos, explícitos. Se hicieron camisetas, gorras, carcasas de teléfono. Tiziana luchó legalmente contra las plataformas digitales para que bajaran sus videos de las redes. Ganó, pero su triunfo era imposible, los videos ya corrían libres por el torrente digital. Se ahorcó. Un emoji sonriendo acompañando la frase “una puta menos en el mundo” pretendía servirle de epitafio digital.
En México, 75% de la violencia que se genera en redes sociales está dirigida a mujeres. “Voy a hacerle cosas terribles a tus hijas en frente de ti y luego las voy a matar”, dice un posteo dirigido a una periodista que dio una posición política en la televisión. Ningún hombre que conozco puede leer esto con frialdad. Por eso le pedí que me siguiera leyendo. Mañana habrá un posteo similar. La violencia no cede, no para, crece y se desborda.
Marcharán hoy las mujeres valientes por las calles, pero no podrán solas. En el nombre de todas le pido a usted y a todos los hombres solidarios, que nos echen la mano. Tomen mi mano o la de alguna de nosotras y no nos dejen solas. Tomen la mano que Minerva sacó de la tumba y levántenla de ahí.
@olabuenaga