María Corina y Venezuela

  • Columna de Ángel Aguirre Rivero
  • Ángel Aguirre Rivero

Ciudad de México /

Platico con amigos venezolanos radicados en México sobre el proceso electoral que se avecina en unos cuantos días en su país y no me hablan de Edmundo González, el candidato de la plataforma opositora al chavismo. Ellos hablan de María Corina Machado. Es en ella en quien tienen cifradas sus esperanzas de que se dé un cambio en un país otrora de los más ricos de América Latina.

“Dios bendiga a María Corina”, dicen los más de 7 millones de venezolanos que han abandonado su país ante los elevados índices de carencias y pobreza; sólo en México la cifra asciende ya a casi 150 mil de ellos.

En marzo de 2024 el presidente Luiz Inácio Lula da Silva criticó al gobierno de Venezuela por impedir la inscripción de María Corina Machado para las elecciones del 28 de julio. Lula ratificó que no era compatible con el Acuerdo de Barbados y cuestionó la legalidad de su inhabilitación: “no tiene explicación jurídica ni política prohibir a un adversario ser candidato”, dijo.

En la convulsa arena política de Venezuela, con su “revolución sentimental” María Corina puede detonar una histórica alternancia.

El término "revolución sentimental" en el contexto venezolano hace referencia a un fenómeno político y social en el cual las emociones y los sentimientos colectivos de la población juegan un papel central en la configuración de la identidad y las acciones políticas.

Desde su incursión en la política, Machado ha sido una decidida opositora al régimen y sus posicionamientos públicos ofrecen solución política a la crisis que vive el país sudamericano.

“Cada recorrido que hace por el país es seguido en las redes sociales y marca la agenda del chavismo. La gente la hace depositaria de sus dolores y de la esperanza de un cambio. Los encuadres de fotografías la muestran una vez como La libertad guiando al pueblo al enarbolar una bandera de Venezuela en medio de las multitudes; en otras, como una representación de La piedad, especialmente cuando los hombres la abrazan y lloran en sus brazos y, en otras oportunidades, la imagen es más caribeña. La vemos trepando en improvisadas tarimas, montada en el techo de algún vehículo, en un caballo o en una motocicleta, con una agilidad de quien hace cabriolas”. [1]

La trayectoria de María Corina Machado no ha estado exenta de desafíos y controversias. Su postura contra el régimen chavista y su insistencia en una intervención internacional para restaurar la democracia en Venezuela han generado tanto admiración como críticas.

Además, Machado ha enfrentado persecución política, incluyendo prohibiciones de salida del país, inhabilitaciones para ejercer cargos públicos y amenazas a su integridad física. A pesar de esto, ha mantenido su compromiso con la lucha democrática, convirtiéndose en un símbolo de resistencia para muchos venezolanos.

Sin ser candidata, María Corina Machado ha recibido el reconocimiento en la prensa internacional y podría perfilarse en una siguiente elección, si se modifican las condiciones políticas, como una fuerte aspirante a la presidencia de Venezuela.

Lo que no ha cambiado en Venezuela es el sonido de las ranitas al comienzo de la cálida noche de la capital, lo que no ha cambiado es la música llanera de Reynaldo Armas, tampoco las arepas, el cachito y el pabellón criollo con su arroz blanco y mucho menos el raspadito de cola que está tan dulce como siempre. 


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