Para los conocedores e interesados en la historia europea y mundial del siglo veinte el título 1917 del filme de Sam Mendes es altamente impactante. En la primavera de 1917 la primera guerra mundial seguía siendo terriblemente encarnizada aunque ya tendía hacia su desenlace en 1918. Para los historiadores la guerra fue la catástrofe originaria del siglo 20. No sólo fue una guerra que rompió todas las categorías de atrocidades conocidas hasta ese momento sino un enfrentamiento que se convirtió en el paradigma de la experiencia de violencia para todos los países involucrados. Y lo peor fue que su inicio había sido festejado con euforia por amplios sectores de la población alemana como oportunidad de cambio y renovación del orden cultural.
El filme es, sin duda, la obra más personal de Sam Mendes, ya que como guionista y director, teje la narración y estética alrededor de los relatos de guerra que le compartió su abuelo, un escritor trinitario. Mendes traduce las narraciones de su abuelo a imágenes y situaciones cronológicas, integradas en una estructura de progresión hacia un objetivo: Prevenir la masacre de 1600 soldados británicos a manos de los alemanes en el frente oeste en Francia. La mortal línea del frente que separaba las tropas británicas de las alemanas sigue visible hasta hoy, no sólo por los campos de cientos de cruces que marcan los lugares de batalla sino porque en esta región se siguen encontrando minas enterradas y partes de esqueletos humanos.
La primera imagen de filme es idílica: Flores y pasto se mecen con el viento frente a un cielo azul. La cámara nos descubre a un joven soldado inglés con su uniforme café y característico casco. Detrás de un segundo soldado apoyado en un árbol, aparecen unas botas y se escucha la voz cortante de un capitán preguntando por el cabo Blake. Blake se identifica y el capitán le indica escoger a un colega y presentarse para recibir órdenes. La cámara sigue a Blake y Schofield por las trincheras hasta la comandancia dónde reciben la orden de alcanzar a pie un batallón del frente para prevenir un planeado ataque a las tropas alemanas ya que se trata de una trampa. Como anzuelo el comandante le señala a Blake que entre los soldados en peligro está su hermano. De ahí en adelante la cámara sigue a los dos jóvenes en su desesperada caminata y hazaña de alcanzar el comando del frente antes del amanecer. El planosecuencia lleva a los jóvenes - y al espectador - por trincheras kilométricas, alambradas y tierras destruidas por minas, cadáveres de caballos, pilas de cuerpos de soldados, ciudades en ruinas y puentes bombardeados que recuerdan los apocalípticos grabados que el pintor y grabador alemán Otto Dix reunió en la carpeta La guerra, obra que, por cierto, formó parte de la exposición del MUSA, Guadalajara, en 2017. Con su desesperante correr por trincheras, las experiencias de angustia, horror y muerte, el filme 1917 atrapa al espectador con imágenes de gran belleza e inmensa desolación. Según Sam Mendes y su filme la memoria de la guerra se compone de imágenes, relatos, historias y recuerdos de momentos, diálogos y gestos, que muestran al ser humano capaz de inventar, construir y destruir.