'Asteroid City': Un mundo de maqueta

  • La pantalla del siglo
  • Annemarie Meier

Ciudad de México /

En Asteroid City, el realizador estadunidense Wes Anderson no pierde tiempo en construir una complicada introducción para presentar el contexto y los personajes de su película que se estrenó en el festival de Cannes de este año. Un tren de carga que pasa a toda velocidad por el desierto del sur de Estados Unidos transporta contenedores con toronjas, aguacates, coches de lujo y una ojiva de bomba nuclear. Nos encontramos en el año 1955, es decir en plena posguerra, y los sucesos del filme, aunque imaginados con humor y colores pastel, caracterizan la época y la vida en el suroeste de Estados Unidos. Sin embargo, el filme no se limita a narrar una historia cinematográfica: Desde el inicio construye de forma paralela el registro en blanco y negro y en formato televisivo, el proceso de creación de una obra de teatro desde la escritura del guión hasta la puesta en escena.

La manera burlona de Anderson de tejer un relato que combina el cine con la televisión y el teatro puede sorprender pero estoy convencida de que lo hizo para acentuar el carácter artificial y artístico de su personal manera de hacer cine. Si el tren que vemos pasar a toda velocidad parece un trenecito de modelismo ferroviario, el pueblo de Asteroid City con sus 87 habitantes se ve como una casa de muñecas en colores pastel en la que coinciden e interactúan todo tipo de personajes bizarros. Asteroid City se construyó alrededor de un cráter que dejó un meteorito que impactó la tierra hace más de tres mil años. El lugar se volvió un atractivo turístico al que cada año llegan grupos de “peregrinos”, entre científicos, maestros con grupo de alumnos, prensa, divos y divas del espectáculo y curiosos de la vida extraterrestre. Al más puro estilo periodístico de hoy el filme de Anderson se centra en una gran variedad de “historias”: La de un fotógrafo recién enviudado,, su hijo adolescente que participa en un certamen para jóvenes talentos científicos, sus tres pequeñas hijas, una maestra de astronomía con sus pupilos, una actriz y personalidades de la academia y política. Con empatía y humor el filme desarrolla las historias y muestra, de paso, la peligrosa ligereza de la época de posguerra en EUA: La entrega del país al consumismo, los ensayos nucleares que a nadie parecen molestar, la expansión del plástico que sirve, incluso, como urna para las cenizas de la madre y la venta de inservibles terrenos del desierto.

La impresión de ver la puesta en escena de historias de 1955 en una maqueta de modelismo ferroviario o una casa de muñecas, se profundiza cuando llega una nave espacial con un pacífico extraterrestre que provoca el desorden. Se declara la cuarentena y el arribo del ejército. Pero no pasa nada: El certamen de los “jóvenes cerebritos” tiene lugar, los alumnos aprenden sobre los planetas, el fotógrafo y sus hijos se despiden de las cenizas de la madre y los visitantes su suben a sus coches y salen del lugar. Asteroid City se queda de nuevo sola en medio del desierto. Bueno, mientras tanto, ya que con toda seguridad, Wes Anderson ya está dedicado a fabricar su próximo filme - maqueta, videoclip o cortometraje con el que nos divertirá.


Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.