"Macario" y "La muerte cansada"

  • La pantalla del siglo
  • Annemarie Meier

Ciudad de México /

Cuarenta años separan la película mexicana Macario de Roberto Galvadón (1960) de La muerte cansada o Las tres luces (Der müde Tod) del realizador alemán Fritz Lang (1921). Volví a ver las dos obras fílmicas en estos días de confinamiento y celebración del Día de Muertos y me sorprendió el parecido de algunas secuencias. Como texto literario y fílmico Macario destaca no sólo por el diverso origen de la anécdota – desde la India, Grecia, España y los hermanos Grimm – sino la hibridación cultural que caracteriza el texto de Bruno Traven y la película de Gavaldón. Un lector y espectador mexicano se pregunta quizás porqué en los dos discursos  la muerte se le aparece al protagonista, un humilde leñador y peón, como figura masculina si en México – al igual que en el resto de las culturas latinas – la muerte se distingue por su género y aspecto femenino. A partir de las representaciones de la muerte como “hombre de la guadaña”, el alemán Bruno Traven creó en Macario una muerte de género masculino lo que Gavaldón y su coguionista Carballido respetaron en la película. Por cierto, de Traven sabemos que llegó al puerto de Tampico en 1924, se registró como apátrida. aunque se integró de pleno a México, vivió y trabajó en Chiapas y la Ciudad de México. El escritor tardó en asumir su ascendencia alemana, vivía y escribía bajo un gran número de pseudónimos. Sus raíces culturales, sin embargo, se detectan en muchos momentos de su obra literaria. En Macario no sólo es el género de la muerte lo que lo delata sino el tratamiento de parábola que enriqueció con elementos profundamente mexicanos como el anhelo del peón de comerse, él solito, un sabroso pavo rostizado, el aspecto del diablo como elegante charro y el humor que transmiten los diálogos. Roberto Gavaldón como director, Ignacio López Tarso y Pilar Pellicer como actores, crearon un relato fantástico altamente estético. También la película silente La muerte cansada de Fritz Lang es una obra maestra. Con su visión de arquitecto, Lang crea un mundo de paredes, cuevas y lugares exóticos en varias épocas. Las vidas humanas se materializan en las llamas de miles de velas que la muerte le enseña a una joven mujer que le reclama la vida de su amado. El blanco y negro del filme silente siempre me ha parecido de gran exquisitez expresionista. Hasta que leí que el filme se estrenó como relato popular coloreado por la técnica del virage, una especie de “baños” de color. En 2016 el filme fue sometido a un proceso de restauración digital que le devolvió el colorido. Macario y La muerte cansada no sólo comparten el género masculino de la muerte, sino la importancia de la velas como metáfora de la vida humana. En una secuencia de Macario la muerte le enseña al peón una inmensa gruta iluminada por un mar de velas prendidas y le señala una que está a punto de apagarse. Es un momento de gran cine que remite a La muerte cansada y nos deja sin aliento. 

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