Carácter y voluntad

Estado de México /

Mas allá de la emoción que los juegos olímpicos despiertan cuando disfrutamos de las grandes hazañas que los competidores realizan, las olimpiadas son también un espacio que invita a pensar y preguntarnos cuáles fueron los motivos de los atletas para alcanzar el nivel de competencia que les permita calificar para una olimpiada y alcanzar el sueño de obtener una medalla.

Según estadísticas se requiere un promedio de 14 años de trabajo intenso para estar en condiciones de calificar, así que es necesario empezar a temprana edad; de acuerdo con el “Sport performance and coaching education” hay que iniciar mínimo a los 11 años dependiendo el deporte, aunque para la gimnasia olímpica se recomienda empezar a los 5 o 6 años

Cuando a los atletas se les pregunta qué los motivó a entrenar y perseverar en su preparación, llama la atención que consideraron como motivos secundarios el dinero, fama o becas, y los importantes el amor a la actividad, el desafío por la competencia, el gusto por la convivencia, diversión y desde luego alcanzar el triunfo.

En todos los casos es fundamental el apoyo familiar y el compromiso y absoluta disciplina para el cumplimiento de los entrenamientos y el cuidado de la salud de su cuerpo, también es muy importante a veces más que la condición física, el prepararse mentalmente para enfrentar los fracasos y obstáculos que se presenten en el camino.

Parecieran propósitos complejos y difíciles de realizar o que solo algunas personas pueden hacerlo; sin embargo, es una filosofía de vida que mucho tiene que ver con templar el carácter dicen algunos, término que poco se escucha, fortalecer la voluntad, estar motivado y mantener el equilibrio entre diversas áreas formativas como el filósofo Platón lo expresaba en su obra “La República”: “Los guerreros deben formarse en tres disciplinas: música para formar el alma, gimnasia para el cuerpo y filosofía para el carácter”

Por qué no aplicar esta filosofía a la vida cotidiana tanto en lo personal, como de nuestros alumnos, hijos y jóvenes cercanos al espacio de convivencia, quizá la vida moderna, la velocidad que le imprimimos a lo que hacemos, nos lleva a ser permisivos con quienes educamos promoviendo la ley del menor esfuerzo.

Aunque la Olimpiada no sea una meta, fortalecer los valores, la autoestima, el compromiso con la realización de nuestros propósitos seguramente formará campeones de la vida. 


  • Arlette López
  • Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM
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