Retos para los maestros

Estado de México /

La imagen del maestro ha cambiado a lo largo del tiempo de acuerdo con cada etapa de la historia.

Se le ha considerado guía, sabio, amable, evangelizador, alguien que mueve conciencias e incluso un agitador y líder de movimientos sociales.

Sin embargo, es incuestionable que los maestros con todos los retos que implica esta noble profesión, son quienes forman a las futuras generaciones y actualizan a las que ya laboran.

Platón decía que el Estado se gestaba en la educación, y ello dependerá de la “Educación de los Educadores”, es decir, formar de la mejor manera a quienes impartirán los conocimientos.

La figura del maestro pasa de ser una función no remunerada, a considerarlo el eje de la educación en la Edad Media.

En el siglo XVIII en nuestro país se consideraban características socialmente aceptadas, que definían el perfil del maestro; Cayetano Reyes, (Colegio de Michoacán, Zamora, 1984) refiere que el maestro debía ser “pulcro, bien vestido, español, cristiano y de buenas costumbres, escribir los diversos tipos de letras,… Además, sumar cuenta castellana”.

En el siglo XIX se considera la importancia que tiene la formación del magisterio, como afirmaba el pedagogo Giner de los Ríos (1839-1915): “No es, pues, el mejor maestro el que más sabe, sino el que sabiendo lo necesario, tiene el don de saberlo enseñar, esto es de saberlo ver y entender, pensar y relacionar”.

En el mundo actual, la enseñanza es un reto considerable que exige un docente con formación pedagógica, para diseñar estrategias didácticas que capten la atención de sus estudiantes y el deseo de aprender, motivando su pensamiento crítico para transformar los datos en conceptos.

La capacitación docente debe ser permanente ante este incierto futuro, las herramientas que el estudiante requiere para su creatividad parten del conocimiento del maestro sobre el tema académico y de su capacidad para guiar al estudiante en la construcción de su propio aprendizaje.

Es una buena inversión apostar a la formación docente incorporando la evaluación constructiva, y el reconocimiento a los resultados de las temidas evaluaciones como la prueba PISA en ciencia, matemática y escritura, de la que deriva la necesaria actualización del docente para mejorar permanentemente su forma de impartir el conocimiento; pero como decía Dewey (1859-1952): “La educación no es una preparación para la vida: es la vida en sí misma”.


  • Arlette López
  • Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM
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