Faltan cinco días para el cierre de la convocatoria que permite postularse a alguno de los 881 cargos del Poder Judicial de la Federación que serán electos por la ciudadanía el próximo 1 de junio de 2025. La convocatoria ha despertado un profundo interés en el gremio jurídico y la sociedad en general. Todos los días más personas presentan su postulación a los Comités de Evaluación de los tres Poderes de la Unión, con el anhelo de asumir la vital tarea de impartir justicia en nuestro país.
Sin embargo, es posible que existan abogadas y abogados que no estén del todo convencidos de presentar su postulación. Personas competentes, responsables y con vocación de servicio que tengan dudas sobre la pertinencia de emprender este camino y que aún se encuentren ponderando las razones para hacerlo. A todas ellas les dirijo este texto con la esperanza de abonar a su reflexión.
Así pues, ¿por qué postularse a la elección judicial?
Primero, porque se presenta una oportunidad única para ocupar estos cargos. El pueblo de México apostó por una renovación profunda de nuestro sistema de justicia, que implica someter a elección todos los cargos titulares de los órganos jurisdiccionales de la Federación —desde la Suprema Corte hasta los juzgados de distrito—, con lo cual se abren las puertas a personas que de otro modo no hubieran tenido acceso a una responsabilidad con el peso, la importancia y el alcance que tiene ser juzgador federal. En tal sentido, no es exagerado decir que la reforma supone una oportunidad de vida para aquellas personas que aspiren a desempeñar la profunda responsabilidad de impartir justicia en nuestro país.
Segundo, porque contrario a lo que han sostenido quienes se oponen a la reforma judicial, se trata de un proceso confiable, transparente y accesible. Los Comités de Evaluación se rigen por criterios objetivos y reglas claras. Conducirán un proceso diseñado para evaluar la idoneidad de las y los aspirantes a partir de sus méritos, su trayectoria profesional y sus logros académicos, con el fin de garantizar que solo los mejores perfiles accedan a una candidatura.
Tercero, y ante todo, porque el momento histórico lo exige. Porque tras décadas de un Poder Judicial que no ha contado con la confianza de la gente, el país requiere y demanda una justicia diferente.
Una justicia que rompa con el pasado de corrupción, opacidad y nepotismo que por mucho tiempo ha lastimado su función. Que se distancie del tráfico de influencias, de las redes de poder, del intercambio de favores. Que se aparte del abuso de funciones, de la soberbia, de la opulencia y la impunidad. Que erradique para siempre la violencia sexual y de género, el acoso, el hostigamiento y cualquier forma de abuso y discriminación en sus filas.
Porque es tiempo de construir una justicia diferente, a la altura de nuestros mejores valores y principios. Una justicia igualitaria que vele por todas las personas, pueblos y comunidades de este país; por los derechos de la gente más pobre y marginada, por quienes nunca han sido escuchados, por quienes llevan décadas clamando por justicia.
México requiere un cuerpo de juezas y jueces profesionales, independientes, pero ante todo conscientes del poder transformador que tienen en sus manos y decididos a usarlo en beneficio de la gente. Juzgadores comprometidos con las causas más desamparadas, con cerrar la brecha que separa a los poderosos de los oprimidos, con velar por la dignidad de todas las personas sin importar su origen o su condición social.
Ser juez o jueza no es una profesión. Es una elección de vida, un compromiso con la justicia y una profunda responsabilidad pública. Es una oportunidad como ninguna otra de servir a los demás, y por ello, una de las labores más gratificantes.
Por todo lo anterior tiene sentido postularse a la elección judicial. Para romper con un pasado de inercias. Para saldar una deuda histórica. Para hacer justicia. Ese es el llamado. A eso están convocados los mejores abogados y abogadas de nuestro país en este momento. Esa es la lucha que les toca y el desafío que en conciencia no pueden ignorar.