Transformar a la justicia desde abajo

Ciudad de México /

En enero darán inicio los Diálogos para una Reforma Nacional de Justicia, en el marco del encuentro con diversos sectores de la sociedad al que nos convocó Claudia Sheinbaum para enriquecer el proyecto que encabeza. Los Diálogos buscan generar un debate participativo, incluyente y plural que contribuya a la construcción de una justicia real para la gente.

México demanda un profundo ejercicio de autocrítica en lo que toca a la justicia. Las instituciones de procuración e impartición de justicia no han sido capaces de ganarse la confianza de la sociedad y atender integralmente la impunidad, la inseguridad y la violencia que hoy lastiman gravemente al país.

Los datos confirman que la gran mayoría de las personas en México no confía en sus autoridades ministeriales, no puede costear un proceso judicial, no tiene acceso a una defensa jurídica gratuita y de calidad, y mantiene la percepción de que el sistema es corrupto, lento, partidista e ineficaz. Todos los días ello compromete el ejercicio de los derechos e impide que las políticas transformadoras se traduzcan en bienestar.

Las respuestas tradicionales no son suficientes. Es necesaria una reingeniería profunda de nuestro sistema de justicia para responder efectivamente a los reclamos de paz de los mexicanos. Se trata de garantizar la protección efectiva de las personas más pobres y olvidadas por el sistema, y desarticular las redes de influencia que imperan en las instituciones para favorecer a ciertos grupos políticos y económicos. Se trata de consolidar una justicia eficaz que sirva no solo a quienes puedan pagarla, sino a todas las personas, sobre todo a las más pobres e invisibilizadas; y que se convierta en un instrumento de paz, verdad, prosperidad y certeza.

Para lograrlo, debemos partir de una reflexión a conciencia sobre las fallas de la justicia desde la perspectiva de las víctimas y sobrevivientes de la violencia. Debemos escuchar sus relatos y experiencias, las trabas que enfrentaron para conocer la verdad, sus luchas por largos años e incluso décadas contra las inercias del sistema. Ante todo, debemos conectar con su dolor y desesperación. Sus aportaciones son vitales para cualquier replanteamiento del diseño institucional.

También será fundamental integrar la experiencia de las personas operadoras de justicia, sobre todo de quienes sirven en primera línea como fiscales y defensores públicos; y contemplar la situación de nuestros sistemas de reinserción social como parte integral de la cadena de justicia.

En segundo lugar, es necesario plantear un gran debate sobre los pendientes estructurales del Poder Judicial de la Federación y de los poderes judiciales locales, para garantizar que funcionen de forma eficaz, transparente y cercana a la gente. Debemos asegurar que existan mecanismos claros y accesibles a la ciudadanía para pacificar los conflictos en un plano de igualdad, y consolidar una impartición de justicia profesional y con sentido humano, distante de los intereses económicos y políticos que por mucho tiempo han manchado su función.

En esa línea, en tercer lugar, debemos entablar una discusión sobre la necesidad de descargar a los sistemas de justicia, que hoy se encuentran rebasados, mediante mecanismos alternativos de impartición de justicia, incluyendo el fortalecimiento de la justicia cívica. Lo anterior pasa por emprender una reflexión muy seria sobre el impacto del ejercicio profesional ético y responsable de la abogacía para el acceso a la justicia, y sobre lo fundamental que resulta la función de los defensores públicos para el fortalecimiento del Estado de derecho.

Por último, cualquier esfuerzo de cambio institucional en nuestros días debe contar con la participación directa de los jóvenes. Con su voz y sus ideas. Con su esperanza de soñar y creer en un futuro mejor: un futuro con libertad, igualdad y derechos. Un futuro en el que cambiar las prácticas, la cultura, los estereotipos y las inercias, es posible.

Es momento de dignificar y fortalecer a la justicia mexicana desde abajo. Es tiempo de escuchar a las víctimas de la violencia. A los colectivos y sobrevivientes. A las madres buscadoras. A los expertos y a las personas a ras de tierra; a quienes luchan en primera línea, a quienes nunca han tenido voz. Solo a través de una pluralidad de voces y perspectivas podremos construir una justicia real, capaz de igualar la cancha y conquistar la paz para millones de mexicanos.


  • Arturo Zaldívar
  • Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación / Escribe cada 15 días (martes) su columna "Los derechos hoy" en Milenio Diario
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