Anatomía de los gustos

Estado de México /

En la panadería de la esquina se percibe una gran algarabía, gente entra y sale entre bolsa de papel de estraza y plástico. En su curiosidad, Jesús decide preguntar por lo que ahí acontece, acción que recibe de manera inmediata la respuesta: -¡Hoy llegaron las hojaldras para muertos! Ante aquella respuesta nuestro entrometido personaje queda atónito, aún queda un poco de pozole en las ollas de la cocina y la bandera nacional permanece como símbolo de decoración en la azotea de su casa. Después de una respiración profunda da la vuelta y retoma su camino, no sin antes pensar que la vida cada vez tiene más prisa.

La anterior escena refleja el sentir de muchos que hemos experimentado un evento similar o idéntico. Donde la necesidad por pensar en el futuro se convierte en una ansiedad. Y donde, lamentablemente, la comida juega un papel fundamental. Sin embargo, y visto desde una perspectiva más objetiva, el gusto y rechazo por tener prisa o no, tienen nombre y apellido, en el que se puede distinguir la fobia y la filia a lo nuevo, al siguiente momento. Para Luis Cantarero, especialista en el área de Psicología Social en la Universidad de Zaragoza, este fenómeno explica la personalidad del individuo.

Para aquellos ansiosos por pensar en los siguientes convites y festividades se les puede considerar como neofílicos, quienes se alejan de lo tradicional, con un fuerte gusto por la exploración y la innovación. En el polo contrario encontramos a los neofóbicos, quienes se pueden definir como conservadores, con una fuerte resistencia a la innovación y, por ende, con miedo a lo desconocido. Tomando estos dos elementos como punto de partida podemos decir que como mexicanos, tendemos a ambos posicionamientos en diferentes momentos. Razón por la cual, en los temas alimentarios, se tienen fuertes debates y posturas en torno a platillos innovadores o que muestran una evolución, llámese manteconchas, dorilocos, pizza con piña, quesadillas con queso, etcétera.

Estas reacciones, según explica Cantarero, también ayudan a entender el nivel de ruralidad, entendiendoruralidad como la relación individuo – casa, y donde entre más cercano a su hogar, mayor será el nivel o índice que muestre de neofobia. Aunque, en el caso contrario, un mayor nivel de neofilia, no es un síntoma de desapego, sino una mayor necesidad por probar cosas nuevas, pero sin sustituir los gustos preexistentes. Por otro lado, dicha neofilia ha permitido la reintegración de antiguas preparaciones y el rol de género, donde el hombre, quién en un modelo patriarcal, no entraba a la cocina, ahora lo hace sin ningún impedimento social, y retoma añejos espacios como colaborador en la alimentación familiar. Y la neofobia, trabaja como auxiliar en la permanencia e instauración de alimentos, platillos y momentos de las tradiciones alimentarias. 

Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.