Dulces dieciséis

Estado de México /

En el estante más alto de la alacena se alcanzan a ver algunas bolsas de caramelos extra ácidos, varias latas de refresco con sabor a frutas y un par de empaques de galletas surtidas. En la parte media y baja de dicho mueble se puede acceder a algunos frascos con frijol, arroz, lenteja, maíz palomero, sopas de pasta y espagueti. Así como envases cerrados con sal, azúcar, chocolate en polvo y frascos de café soluble. Para Javier, un adolescente de 16 años, le resulta molesto, muy Ad hoc con su edad, que sus padres le restrinjan el consumo de sus alimentos preferidos para ver su serie favorita.

La adolescencia es un periodo de cambios tanto en el cuerpo humano como en su manera de razonar su entorno. En este caso, este espacio ya se considera un adolescente, que nació por allá de 2008 y le ha tocado vivir, dos pandemias (influencia y Covid-19), un temblor y algunos giros en cuanto a la apreciación de los alimentos.

Con base en la investigación de Pedro García Urigüen denominada La alimentación de los mexicanos, editada por la Canacintra, en 2012, los alimentos de mayor relevancia para los adolescentes son el agua, los chocolates y el pan. Donde el agua juega un papel de estatus o de ser saludable, ya que no engorda; en el caso de los chocolates, hace una división de género, donde, para las mujeres sirve como un supresor de la depresión o como una autorrecompensa, mientras que en el caso de los hombres solo sirve como un motivo de convivencia, sin tomar en cuenta sus implicaciones a la salud; en el caso del pan, para los hombres resulta ser un alimento que llena, mientras que para las mujeres se tiene que combinar con otros alimentos para evitar el sobrepeso.

Esta pequeña muestra dista mucho de los modelos actuales, ya que, con casos como la implementación de los sellos en los productos empaquetados, a partir de octubre de 2020, la revalorización tuvo un punto de referencia para su selección. Si bien, es una realidad que con esta implementación la industria alimentaria no tuvo pérdidas considerables, sí se vio obligada a reformular sus procedimientos en la elaboración de alimentos. Como la disminución en la cantidad de azúcar, grasas saturadas o trans, sodio y calorías. En algunos casos se optó por la sustitución de azúcar por edulcorantes o hacer mención en el contenido de cafeína en bebidas, todo esto como una medida para evitar su consumo excesivo en infantes.

Con cifras de la organización El poder del consumidor, de octubre de 2023, se ha visto una reducción de productos con la etiqueta “Exceso de azúcares” en un 8% para bebidas y un 14% en cereales de caja: el registro de calorías bajó en 8kcal por cada 100g/ml; el sodio mostró un descenso de 160mg por cada 100g/ ml. Estos resultados no son para un cambio inmediato, pero sí reflejan el inicio de una concientización en cuanto a los hábitos alimenticios, de impacto a futuro para las nuevas generaciones.


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