Pasa con singular frecuencia. Cada que veo en Twitter que Toluca o alguna comunidad cercana es tendencia, suelo poner cara de fastidio y preguntar para mis adentros “¿ahora qué hicieron?”. Me queda claro que cuando un nombre común salta la localía es que ya se puso el acento en algo y no precisamente por las razones más encomiables.
Apenas se volvió trending el término “Queso Oaxaca”, algo que, a pesar de no ser endémico del valle de lágrimas tolucense, es tan próximo a la banda de por acá como el “chorinflas” y los huaraches tiesos con nopales y frijolitos. Y nada más para no perder la costumbre me inquietó averiguar qué diantres había ocurrido con la quesez vuelta enredadera que tanto había puesto a las conciencias tuiteras a chismear.
Resulta que luego de una sesuda labor los chamacos de Taste Atlas publicaron el no va más de los quesos en el mundo, provocando la consabida reacción del gallinero digital, incluida la rabia de la raza oaxaqueña que, como es sabido, a su producto insignia no le llaman así.
Dentro de los diez mejores quesos había ocho italianos, entre ellos Gorgonzola picante, Burrata, pecorinos sardo y toscano y, en la cúspide, el papirrín de todos, Parmigiano Reggiano. La participación portuguesa contemplaba al Queijo Serra da Estrela y en el quinto sitio estaba muy oronda la quesez oaxaqueña. En la tabla figuraban también los celebrables Comte, Pecorino romano, Provola, Gruyere, Manchego, Mozzarela, y otros tantos particularmente europeos.
Entiendo que para gustos colores y que el paladar como las cabezas, es un mundo en sí. Pero ya entrados en gastos y sin ánimo de generar controversia (mentira), en la lista brillaron por su ausencia quesos de abolengo, como los franchutes Brie, Camembert y Roquefort; los ibéricos Idiazabal, de Tetilla y Cabrales, y los neerlandeses Edam, Maasdam y Gouda.
Y también llama la atención que el único mexicano haya sido el hebroso aquel. Es peculiar que habiendo en este país tantas opciones salga a flote uno que poco tendría que hacer junto a Asadero, Chihuahua, Cotija, requesón, doble crema y hasta Panela.
Hay una leyenda en torno al cuarteto de Liverpool. Cuando le preguntaron a Lennon si Ringo Starr era el mejor baterista del mundo, el músico se limitó a decir que Ringo ni siquiera podía ser considerado el mejor bataco de los Beatles.
Regresando al motivo de esta reflexión y dado que el sabor pasa por umbrales donde reina lo subjetivo, el quesillo, queso de hebra o como quiera que se llame, difícilmente alcanzaría el quinto puesto en el concierto nacional. Y eso ya es decir demasiado.