¿Quién gobernará Argentina?

  • Prospectivas
  • Carlos Iván Moreno Arellano

Ciudad de México /

América Latina regresa a tiempos de incertidumbre. Chile, el país de la estabilidad institucional, se halla inmerso en una crisis política de resultados imprevisibles. La revuelta social también ha pegado en Colombia y Ecuador; y en Argentina el peronismo regresa al poder con la dupla Fernández-Fernández, en el marco de una crisis económica que se agudiza.

El pasado 10 de diciembre, Alberto Fernández tomó las “riendas” de un país cuyos problemas estructurales no han sido abordados seriamente por décadas, bajo la sombra de su poderosa vicepresidenta, la a su vez expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

El panorama económico es sombrío. Un default a la deuda, la depreciación del peso (31 por ciento desde septiembre) y un proceso hiperinflacionario se presentan como graves amenazas. A lo anterior se suman los problemas asociados a las finanzas públicas. La expectativa de alcanzar un déficit cero este año se evaporó.

La reducción al gasto público que Mauricio Macri no quiso implementar es impostergable; pero ello es incompatible con el peronismo-kirchnerismo, caracterizado por un elevado gasto público sin el adecuado respaldo fiscal (también conocido como populismo).

Pero la batalla real se dará en lo político, y la incógnita es cuál de los Fernández va a gobernar realmente. De ello dependerá cómo se abordan los problemas económicos de fondo. La disyuntiva es si se pacta con el FMI y con EU, o con China.

La anómala ascendencia política de Cristina sobre Alberto enrarece el ambiente. Sondeos señalan que sólo 11 por ciento de los votantes cree que Alberto Fernández tomará las decisiones importantes (Universidad de Belgrano).  Según Andrés Oppenheimer,“Argentina tiene una larga historia de presidentes peronistas que traicionaron a sus padrinos políticos”. ¿Sucederá en esta ocasión?

El éxito de Alberto Fernández dependerá de su capacidad para navegar las turbulentas aguas de la crisis económica, y de la frágil alianza que lo catapultó al Sillón de Rivadavia.

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