Adiós, carnal… con todo y unidad

Ciudad de México /

Por lo que implica y desató la denuncia que definió como “incidencias”, Marcelo Ebrard no coordinará la futura bancada de Morena en el Senado como lo tenía previsto Andrés Manuel López Obrador para el segundo lugar en la contienda interna del oficialismo por la candidatura presidencial.

“¡Fraude, fraude, fraude!”, tradujeron y corearon sus seguidores, aplaudiendo la ilusa exigencia de que se repusiera el proceso de las encuestas que avalaron, ipso facto, la nomenklatura de su partido y los veloces incondicionales abajofirmantes gobernadores de la 4T, y que luego respaldaron a la previsible ganadora Claudia Sheinbaum y los restantes cuatro perdedores.

Ebrard y sus seguidores (entre quienes figura un centenar o más de diputados y senadores) tendrán el lunes “una asamblea” para decidir lo que harán, y todo indica que considerarán en serio abandonar Morena.

Ignoro si la decena o más de “incidencias” denunciadas estaban previstas en los acuerdos que firmaron los seis aspirantes para descalificar el resultado pero, si así fue, tampoco sé si alcanzan (se sospechó desaseo en 14 por ciento de las encuestas) para desacreditar cinco distintas mediciones, porque supongo que con pedir que se anulara del conteo ese porcentaje, lo que se validara (86 por ciento) de cualquier manera habría dado un claro triunfo a Claudia Sheinbaum.

Ante las afirmaciones de Marcelo y sus colaboradoras Martha Delgado (ex subsecretaria con él de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores) y la senadora Martha Lucía Micher, no es desdeñable lo que declaró su nada amigable adversario petista Gerardo Fernández Noroña sobre el desaseo del proceso:

La Comisión de Encuestas de Morena debe modificarse. Es quien más hierros cometió, a quien más paquetes le quitaron por la torpeza en la operación. El resultado final no se afecta, pero contribuye a incertidumbre…”.

Como sea, en 2024 Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez disputarán la Presidencia de la República.

Pero si López Obrador se salió con la suya respaldando en todo momento (y desde hace un año y medio) a la ex jefa de Gobierno, quizá hoy admita que el final se le hizo engrudo y se fracturó la tan deseada “unidad” a que llamaba.

Este miércoles confiaba todavía sobre sus corcholatas

“Son mis hermanos, sí, son mis hermanos…”.

Y a la pregunta de si creía necesaria “la reconciliación”, respondió:

“No. Son personas muy responsables todas. Además, no son ambiciosos vulgares, están luchando por una transformación. Es distinto, aquí se lucha por ideales, se lucha por principios, se lucha por el pueblo; en otras partes se lucha por mantener privilegios, por hacer dinero, por tener el privilegio de mandar, de dominar”.

—¿Y usted confía en que actúen así quienes contendieron?

—Sí, claro que sí.

—¿Que no haya una ruptura?

No va a haber ningún problema, no hay problema. Vamos a esperar el resultado, son gentes muy responsables.

Lo que es la vida, tan carnales que hace mucho, pero mucho, llegaron a ser él y Marcelo…

  • Carlos Marín
  • cmarin@milenio.com
  • Periodista con 55 años de trayectoria, autor del libro Manual de periodismo, escribe de lunes a viernes su columna "El asalto a la razón" y conduce el programa del mismo nombre en Milenio Televisión
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