El fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, cumplió con la expectativa. Se sabía anticipadamente por dónde caminaría:
Burlón, elusivo en su discurso y en sus respuestas, se anduvo por las ramas. Sigue afirmando estar por atraer el caso, pero, eso sí, ya “investigó”, sin facultades ni legitimación, lo suficiente para ir sentando la nefasta idea, impulsada por el cuatroteísmo, de que no se trata de un “campo de exterminio”.
Rehúsa admitir lo que a los Guerreros Buscadores, por lo evidente, les saltó a simple vista: que los restos óseos hallados estaban quemados, y se refugia en el pretexto de la “necesidad” de peritaciones que, en efecto, existen en la ciencia, pero solo para determinaciones específicas de afectaciones térmicas, que en este momento son innecesarias.
Cubriéndose, Gertz endosa a la Fiscalía Estatal la responsabilidad de no contar con dictámenes periciales y análisis físicos y químicos de los restos óseos humanos con características de haber estado sometidos al fuego.
Dio a entender que las autoridades jaliscienses no cuentan aún con un dictamen definitivo sobre los restos encontrados ni con los análisis físicos y químicos que pudieran vincular las zanjas (pozos) halladas con la existencia de hornos clandestinos.
Escurridizo, evitando mencionar el binomio “huesos-incineración”, Gertz Manero dijo:
“Al menos a esta hora sí hay restos humanos, pero no están todavía definidos técnicamente para lo que se necesita establecer…”.
¿Querrá encontrar cabinas de incineración, un crematorio semejante a los de las funerarias o uno gigante de microondas?
¿A la Fiscalía que encabeza no le bastan los rudimentarios pozos de incineración que por rústicos que sean no son menos ominosos?
Tampoco, por cierto, los diversos testimonios de quienes fueron actores de los hechos que se han dado a conocer en los medios de información.
La autoridad federal, estatal y municipal está siendo rebasada por los diarios, la radio, la televisión y las redes sociales, pero también y sobre todo por los colectivos de búsqueda de desaparecidos. Igual que le sucedió a Peña Nieto con el caso Iguala.
Por cierto, Gertz dio una respuesta desafortunada a una pregunta fundada en el prejuicio:
–¿La Fiscalía General de la República se comprometería a no darnos otra ‘verdad histórica’ como la que tuvimos en Ayotzinapa, en donde a una década todavía no sabemos a ciencia cierta qué es lo que pasó…?
“Imagínese lo que pasó con eso”, repuso Gertz. “¡No hombre, pero ni soñarlo! ¡No, no, no!, esto va en serio. El trabajo que se hace aquí es un trabajo bien hecho, bien probado, y que además nosotros lo estamos haciendo público”.
Sí, como el que hizo la extinta Procuraduría General de la República, corroborado, corregido y aumentado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que su Fiscalía no ha podido desmentir.
Hoy, el segundo piso de la 4T se victimiza con lo que durante el peñato los cuatroteros hicieron con la desaparición y asesinato de Los 43 de Ayotzinapa...