El decomiso en Sinaloa de una tonelada 100 mil kilos con 20 millones de pastillas de fentanilo —el mayor en la historia— desmiente una vez más al mitómano López Obrador, quien juraba y perjuraba que en México no se producía esa droga.
Con tan descarada mentira proyectaba un enfermizo patriotero narconacionalismo, como si a los delincuentes mexicanos les preocupara provocar la muerte de alrededor de 100 mil adictos por año en Estados Unidos.
Lo cierto —sus comunicados están en internet— es que la Secretaría de la Defensa Nacional, de 2019 a 2023, incautó poco menos de cuatro millones de pastillas de fentanilo.
Aunque el decomiso del que informó ayer el secretario federal de Seguridad, Omar García Harfuch, supera más de cinco veces lo que el Ejército halló en laboratorios clandestinos, México parece ser la mayor fábrica de pastillas de fentanilo en Norteamérica (en Canadá también se produce, pero según el gobierno gringo, de México llega a EU más de 90 por ciento).
Es incomprensible que la presidenta Sheinbaum reaccionara con desdeñosa imprudencia al reportaje sobre la probable cooptación de estudiantes mexicanos de química por parte de los narcotraficantes publicado por The New York Times.
Los componentes o precursores con que se fabrican diversas drogas (éxtasis, metanfetaminas, fentanilo…) provienen de Asia (China en particular) y entran por los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas.
Es impensable que esos ingredientes se procesen sin la participación de gente avezada en química y esto basta para otorgar credibilidad al reclutamiento de estudiantes en las bandas delincuenciales.
A pregunta expresa, Sheinbaum hizo este desafortunado comentario:
“Pues hoy pregunté en el gabinete y no hay información sobre esto. Ayer le preguntaba a Paulina, porque hay una serie, ¿no?, que ocurre en Nuevo México. Una serie muy conocida que recibió muchos premios allá, de un profesor de química en Estados Unidos que hace apología de esto. Vi algunos capítulos, no la vi completa, la verdad, pero a lo mejor de ahí lo sacaron, ¿no?”, ridiculizó, y por fortuna remató: “En todo caso, a las y los estudiantes de química, pues que no se metan a eso, ¿no…?”.
Se ve que, al igual que su predecesor y mentor, no tiene idea del reconocido rigor periodístico habitual de un importante medio que por lo visto desprecia.
Paulina Villegas, coautora del reportaje, le replicó que la investigación se basó en una decena de integrantes del Cártel de Sinaloa, incluidos estudiantes reclutados como “cocineros”, y que su información fue corroborada por agentes estadunidenses y mexicanos.
Es de lamentar el sospechosismo de Sheinbaum a partir de la serie de Netflix Breaking Bad.
Si de inspiraciones televisivas se tratara, The New York Times y la Presidenta debieran considerar los excelentes reportajes para National Geographic de la portuguesa Mariana Van Zeller, Contrabandistas y Narcotráfico, en los que la reportera platica con todo tipo de delincuentes del mundo, incluidos, desde luego, muchos del cártel de Sinaloa…