De los más brillantes líderes del 68, Luis González de Alba publicaba La calle, de política, y Se descubrió que…, de ciencia, aquí en MILENIO.
El sábado 1 de octubre de 2016 me envió su última columna: Podemos adivinar el futuro, cuyo primer párrafo rezaba:
“Escribo esta predicción la noche del 4 de agosto. Cuando se publique será domingo 2 de octubre. Habrá una manifestación de chavos que no saben qué es lo que ‘no se olvida’, porque ya lo olvidaron o nunca lo han sabido. Habrá hordas de vándalos robando, quemando, golpeando…”.
La mañana del domingo 2 de octubre de aquel 2016 González de Alba se suicidó disparándose al corazón.
Convencido de que la conmemoración fue degradada por facciosos, pensaría lo mismo ahora que el nuevo gobierno la hizo suya para decir que fue hasta 2018, con el inicio de la 4T, cuando cristalizaron las demandas estudiantiles negando los verificables avances democráticos desde la reforma política de López Portillo.
Cofundador del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria que precedió en México la Marcha del Orgullo Gay, escritor, periodista, psicólogo, políglota, músico y divulgador de la historia, me recordó en El asalto… de MILENIO Tv que le tocó bautizar Che Guevara al auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras, de lo que se arrepintió después a causa de la persecutora y represiva homofobia del régimen castro-guevarista.
A él y otros dirigentes del movimiento (refulgían también Marcelino Perelló, Gilberto Guevara Niebla, Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca, Joel Ortega Juárez, Salvador Martínez Della Rocca, El Pino, y Eduardo Valle, El Búho…), lo conocí en el Consejo Nacional de Huelga (del que formé parte modesta junto con Óscar Hinojosa y Luis Albarrán por la Escuela de Periodismo Carlos Septién García).
Rememorar a Luis viene a propósito de la narración que Claudia Sheinbaum hizo ayer de su infancia sesentayochera y su formación izquierdista, pero también porque el saliente jefe de Gobierno, Martí Batres, dispuso remodelar —sin ser una obra de gobierno— la imprecisa y absurda estela en honor de víctimas de la matanza diciendo que ocurrió “de noche”, pese a las evidencias de que sucedió a plena luz.
Sobrino del añorado González de Alba, Adrián, del mismo apellido, publicó en Nexos del 1 de octubre de 2018 Mi última cena con su tío:
“Un mes antes del otro 2 de octubre, ese de 2016 en que Luis decidió irse para siempre, hice una visita exprés a Guadalajara como parte de una promesa que le hice (…). Hablamos de muchas cosas, pero sobre todo habló mucho de Tlatelolco, de aquella tarde. No era un tema del día a día con él: era más recurrente al acercarse el 2 de octubre”.
Y para que ya no me vuelvan a preguntar —le dijo el tío—, para que no queden dudas, escribí todo esto en un nuevo libro que se va a llamar Tlatelolco aquella tarde, porque todo pasó por la tarde, no de noche…
De ahí lo cierto de aquello de no saben, o nunca lo han sabido, lo que “no se olvida…”.