La buena: el Presidente de la República se compromete a que serán respetados los derechos (laborales pero también de libre manifestación y expresión) de los policías federales que protestan y a que ninguno será despedido. La mala: sigue convencido de que la corporación es un desastre.
Bien y de buenas, aprovechó una pregunta sobre su video de la víspera para reivindicar las nuevas tecnologías y raspar lo periodístico: “Es interesante el tema, muy interesante, por eso salí a dar mi versión. Por eso digo ‘benditas redes sociales’, porque los medios convencionales estaban encarrerados en que había un gran conflicto en el país; como nunca un despliegue informativo, cadena nacional. Afortunadamente ahora tiene uno la posibilidad de comunicarse, de informar lo que está sucediendo, que es lo que estoy ratificando de nuevo…”.
El sarcasmo provocó risas porque fue alusivo al enlace de los medios televisivos y radiofónicos del país para cubrir la celebración (dos días antes) del primer aniversario de su triunfo electoral, orden que generó explicables críticas y que la autoridad terminó por cancelar.
Pero lo del encarreramiento de que habló merece reflexionarse porque no son los medios convencionales ni los periodistas quienes se encarreraron, sino que la información de la insólita protesta policiaca encarreró el interés público (hasta al propio Presidente) por contener los factores clave que justifican y explican el oficio periodístico:
Conflicto, el principal. En lo que va de este siglo, ninguna información ha suscitado mayor interés en el mundo que los avionazos-bomba del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos o, en México, el levantamiento zapatista, el asesinato de Colosio, las detenciones y fugas de El Chapo, por citar algunos casos, y el de la Policía Federal implica seguridad pública, Guardia Nacional, toma de instalaciones, bloqueos de calles, derechos humanos y demás.
Magnitud: la Policía Federal tiene más de 36 mil efectivos y presencia en todo el territorio nacional.
Rareza: desde su creación hace poco más de 90 años y su modernización en los últimos 20, jamás había ocurrido una protesta como la que sigue en curso, lo que añade otro factor de interés, el de la expectación.
El reproche presidencial a los medios convencionales, pues, carece de sustento. El periodismo tiene sus propios puntos de referencia y lo suyo, lo suyo de los oficiantes, es ocuparse, casi siempre, de sucesos conflictivos.
Breviarios aparte, al Presidente se le preguntó si le preocupaba la posibilidad de que policías protestantes “puedan ser contratados por el crimen organizado”.
Respondió: “No, no, no. Ya son otras condiciones. Yo le diría que todos los ciudadanos de México saben que nos debemos portar bien, ya no hay condiciones para que el ciudadano se porte mal, porque es otro gobierno…”.
cmarin@milenio.com