Suponer, como Trump y los halcones del Pentágono, que la amenaza contra Estados Unidos son Irán o su protegido sirio Bashar al-Asad, es subestimar el daño mayor que pueden causar en el mundo entero los terroristas del Estado Islámico y Al Qaeda, objetivos principales de Qasem Soleimani, jefe máximo de la Guardia Revolucionaria Islámica iraní asesinado por órdenes del mandatario gringo.
Objetivos principales pero no los únicos: también era un poderoso adversario de los apetitos imperiales de la tiranía saudita y de la política de los extremistas israelíes que quisieran a Irán, como éste al Estado judío, borrado del mapa.
Soleimani, pues, no era cualquier mando de las fuerzas de élite de su país, sino comandante decisivo en la contención de los mismos que atacaron las Torres Gemelas en Nueva York, el Pentágono en Washington y que aterrorizaron Madrid, Londres, París y otras ciudades europeas. Gracias a él, ciudades como Aleppo, Homs, Hama y Mosul están libres de extremistas. Su mayor hazaña fue frenar el avance de Isis en Siria e Irak, así como haber mantenido una zona de influencia en Líbano (con el grupo extremista Hezbollah para hostigar a Israel).
Por más que el gobierno iraní represente a la mayoría de la población chiíta (más fanatizada en su islamismo que los sunitas de Irak o Arabia Saudita), no es hoy el fanático que impuso el ayatola Jomeini a la caída de Reza Pahlevi, y que urdió el memorable secuestro “estudiantil” de 66 estadunidenses (retenidos más de trece meses) en un asalto a su embajada. Y, contra todo pronóstico, el régimen moderado iraní acordó suspender el desarrollo de su bomba atómica que ahora, por culpa de Trump con el asesinato de Soleimani, desconoce ya.
De Estados Unidos hay antecedentes muy agresivos contra Irán, sobre todo el de julio de 1988, cuando el crucero USS Vincennes lanzó el misil que derribó un avión comercial del vuelo 655 de Iran Air (sobre espacio aéreo iraní) que volaba rumbo a Dubái, asesinando a sus 290 ocupantes.
Richard Black (citado aquí ayer), el senador por Virginia y correligionario de Trump que deplora el homicidio del general iraní, es sujeto de burla de sus pares en el Senado por haber felicitado a Bashar al-Asad y “al ejército árabe sirio por su heroico rescate de cristianos en la cordillera de Qalamoun, tratar con respeto a todos cristianos y a la pequeña comunidad de judíos en Damasco”, tarea en que mucho tuvo que ver el apoyo de las tropas de Soleimani. Isis incluyó al coronel retirado en su lista de enemigos, llamándolo El cruzado estadunidense, porque declaró que “una cosa está clara: si Damasco cae, la temida bandera blanca y negra de Isis ondeará sobre Damasco y después caerán Jordania y Líbano: vendrá el comienzo de un empuje histórico del Islam hacia Europa y creo que, en última instancia, Europa será conquistada”.
Con los iraníes e iraquíes en ebullición antiestadunidense, ya serán menos los senadores que se animen a bulear a Black…
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