El PRI sobrevivirá. Su próximo logro histórico será desmentir aquello de que “no hay mal que dure cien años”.
Son las condiciones de su sobrevivencia las que ahora importan.
Los resultados del domingo eran esperados, hace un rato.
Hace seis años el tricolor había sobrevivido en Estado de México por unos cuantos puntos porcentuales gracias a la división del entonces voto opositor, pero estaba complicado en una elección de dos. El peso de décadas de gobierno —y no muy bueno que digamos—, el traslado de las fuerzas perredistas —importantes siempre en Edomex— durante la última década a Morena, pintaron siempre un panorama complicado.
Como se reportó en su momento, la relación entre el líder nacional del PRI y Alfredo del Mazo estaba rota, tanto que el campechano no participó en la negociación de la alianza estatal.
El lunes, Alito se fue con todo: “El gobernador de Estado de México le dio la espalda a la militancia priista y eso está a los ojos de todos. No pueden construir otra narrativa. Jamás nosotros pedimos que violentara la ley, pero hay que tener dignidad, hay que tener carácter y hay que decirlo como es: hay que estar echados para adelante. Si necesita carácter, yo le hubiera prestado un poco, porque lo importante era defender a la militancia, al estado, respetar la ley, pero caminar juntos”.
No deja de ser curioso —es un decir— que el presidente priista más perdedor de la historia, peleado a muerte con una parte de sus senadores, emprenda bronca pública con el priismo mexiquense, porque más allá de lo que haya hecho o no Del Mazo, ahí son mexiquenses incluso antes que priistas (porque piensan que es lo mismo). Y mal haría en pensar que la Coahuila de Riquelme y ahora de Jiménez será su lugar cómodo. No. Es de Riquelme y Jiménez.
Si Alito lo tenía tan claro, por qué no lo dijo durante toda la campaña. Por qué no se mudó a Estado de México a operar él —no se rían— la estructura de su partido y animar a los priístas y a poner el pecho, no dar la espalda que según dice les dio Del Mazo.
Se quedará, pues, con la estructura partidista central, los diputados y Manuel Añorve —bien, Alito—.
El PRI sobrevivirá. Será el Verde, suerte.