En el informe que dieron a conocer en su última aparición pública, los integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) pidieron el “fortalecimiento de la Ueilca que revierta el proceso de deterioro, cuestionamiento y falta de apoyo institucional al interior de la Fiscalía”.
El fiscal y su equipo ya habían renunciado por las intervenciones de la FGR, por lo que recomendaron que el “nombramiento de nuevos responsables debe ser acordado con familiares y representantes. Los intentos de intervención deben ser acabados, dejando a la unidad que trabaje con la confianza, profesionalidad e independencia”.
Y explicaban: “El fortalecimiento de sus capacidades es una cuestión fundamental para llevar el juicio contra los encausados. Los desistimientos de las órdenes de detención deben ser discutidos, aclarados y contrastados con la evidencia existente en la investigación, y ser sometidos al criterio judicial y no cortocircuitados con intervenciones como las sufridas por parte de la FGR”. Además que pedían que en la Ueilca existieran “indicadores específicos sobre la profesionalidad, conocimiento del caso y estrategia jurídica por parte de quienes asuman la judicialización”.
Ayer supimos que la Fiscalía General de la República (es un decir) nombró al frente de la Unidad Especial de Investigación y Litigación para el Caso Ayotzinapa a Rosendo Gómez Piedra, lopezobradorista de corazón, tabasqueño, hombre cercano a Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación. Su última experiencia cercana a lo penal es cuando trabajó en la procuraduría del Distrito Federal cuando AMLO lo gobernaba. Desde aquel tiempo en la política. Y ayer supimos por el centro PRO-Derechos Humanos que la decisión no había sido comunicada ni explicada a los padres de los muchachos y había sido tomada sin informar al GIEI y otros órganos de asistencia técnica.
No creo que sorprenda a nadie. El esfuerzo que Ueilca, GIEI y la Comisión de la Verdad habían hecho en este sexenio había topado con el involucramiento de las fuerzas armadas en múltiples momentos antes, durante y después de los hechos de aquel 26 de septiembre. Las mismas fuerzas armadas que en el mismo lapso se han convertido en el brazo derecho y casi todo el izquierdo del Presidente de la República.
Pues sí, a veces es de buenas intenciones que está empedrado el infierno de la injusticia.
Carlos Puig@puigcarlos