Para saber cómo van las elecciones en estos días, en que los encuestadores publican cosas como las que publican, más vale mirar qué están haciendo los candidatos y candidatas.
Los equipos de quienes aspiran tienen meses de trabajo viendo cómo va la cosa, dónde necesitan apretar, dónde menos. Qué discursos funcionan, cuáles no. Qué les preocupa.
Lo de Claudia Sheinbaum y Ciudad de México es un buen ejemplo.
Hemos visto en las semanas recientes a la candidata a la Presidencia de la coalición Sigamos Haciendo Historia poner especial énfasis en la capital y en apoyar a la candidata de su misma coalición para sucederla en el cargo.
Ha ido a delegaciones, videos con las mascotas de Clara Brugada y viene más. Claudia está preocupada.
No porque perder en Ciudad de México tenga un impacto determinante en la votación nacional. Más bien por lo que significaría llegar a la Presidencia habiendo perdido la ciudad que gobernó seis años.
Un poco de historia: la capital ha sido gobernada por la izquierda, con diferentes nombres, desde que en la ciudad se vota. Cuauhtémoc Cárdenas ganó con 48%, López Obrador con 37.7%, Marcelo Ebrard con 46%, Miguel Ángel Mancera con 63% y Claudia Sheinbaum con 47.07%.
En las intermedias de 2021, Morena y sus aliados de hoy para la Presidencia ganaron siete de las 16 alcaldías, acumulando entre 40 y 44% del voto, según si se cuentan para alcaldías o la asamblea legislativa. Morena solo ganó 38% del voto en ese año.
Después de ese golpe en las urnas, Claudia apostó por Omar García Harfuch como candidato para reemplazarla. Un policía que nunca había sido morenista, relacionado en los inicios de su carrera con aquellos que la narrativa del Presidente ha convertido en lo peor que ha visto México, sin experiencia alguna en la administración pública, pero con buenos resultados en seguridad.
Las fuerzas del morenismo que se dice verdadero se indignaron, pelearon contra la decisión de Sheinbaum y ganaron. El problema es que tienen a una candidata de larga y buena trayectoria en Iztapalapa, pero desconocida en el resto de la ciudad que, además, no es la mejor haciendo campaña.
Por meses, se dice que molesta, Sheinbaum la abandonó, concentrada en el resto del país.
Parece que se dio cuenta de que, más allá del impacto en la votación presidencial, perder la ciudad que acabas de dejar de gobernar no es un buen signo. Ya veremos si le dará el tiempo… y la candidata.