Decir que la llegada de Cuauhtémoc Blanco a la política mexicana fue un absoluto desastre no es decir nada nuevo. Lo fue para Cuernavaca como alcalde y después para Morelos como gobernador.
Basta recordar cómo llegó: por lana, por dinero. Le pagaron unos milloncitos para que se hiciera candidato, sabedores, quienes lo contrataron, de su popularidad.
En aquel contrato había una cláusula que vale la pena recordar hoy: el documento estableció que el representante del ex futbolista y actual secretario técnico del ayuntamiento, José Manuel Sanz, se comprometía a “controlar el carácter” de Blanco, evitar que este fuera grosero con las personas y “no cobrar ninguna foto o autógrafo en los horarios establecidos (por la mañana y por la tarde)”.
Creo que nos queda claro que Sanz no cumplió con el contrato —él mismo fue separado de la administración por un escándalo de corrupción—; en lo del “carácter” de Blanco, pues qué decir.
Las acusaciones contra el ex goleador se acumularon por años hasta que una mujer, su media hermana, tuvo el valor de denunciarlo por abuso. El “carácter” de Blanco, pues; algo sabían los que lo contrataron.
En enero, la nueva gobernadora de Morelos ya había instruido a su equipo a denunciar a Blanco por las irregularidades encontradas en el proceso de entrega-recepción; no pasó demasiado. O sea, nada.
Con la denuncia por abuso, el morenismo de la comisión encargada de analizar el caso culpó a la fiscalía de no hacer bien su chamba y pretende salvar al Cuau del desafuero y, por lo tanto, de un juicio en su contra.
Pero las diputadas de Morena, por lo menos algunas, no están contentas. Ellas sí se creen lo de que llegaron todas y han comenzado a trabajar para que al menos las mujeres de todos los partidos voten en contra de lo que dispuso la comisión y Blanco vaya a juicio y ahí se verá si es inocente o culpable, como debe ser con cualquier ciudadano.
La Presidenta ha sido cautelosa con el tema, dejando la responsabilidad en el Congreso, aunque ha pedido que haya “suficientes pruebas”; un poco lo mismo que pidió el morenismo que defendió a Blanco.
El caso es un regalo para la Presidenta. Seamos honestos, Cuauhtémoc Blanco tiene de morenista lo que tenía de fresero cuando jugó futbol —sí, pasó por el Irapuato—, es decir, nada.
Nada pasaría al interior de Morena, sería un gesto que no hemos visto hacia las mujeres e igual… hasta en el asunto de acabar con la corrupción. Y que todo se decida en un tribunal.