Por si no estaba suficientemente claro, el presidente Andrés Manuel López Obrador lo dijo ayer con todas sus letras al referirse a Ricardo Mejía Berdeja, candidato del PT a la gubernatura de Coahuila y ex subsecretario de Seguridad Pública federal: “No tengo relación con él, se fue sin decir adiós”. Y agregó que le parecía deshonesto que Mejía usara su nombre en la campaña. “Me voy con otro partido pero sigo siendo el candidato de… no, no, no”. Que él apoya a quien gana las encuestas —es decir, el candidato de Morena—. Que Mejía ha puesto por delante su interés personal y no el interés público. Tan, tan.
Está clarísimo: la 4T soy yo, no se vale decir que hay otra 4T.
La declaración del Presidente se da después de que Mario Delgado pidiera a Mejía declinar su candidatura en favor de Armando Guadiana, lo que suena imposible y de suceder resultaría un poco inútil a partir de las múltiples declaraciones de Mejía en contra del candidato morenista. Hay cosas que no se pueden borrar.
Siempre he creído inútil eso de sumar votos de dos fuerzas políticas para hacer creer que de “haber ido juntas” hubieran obtenido los mismos votos, no es mercancía intercambiable. Pero tampoco se puede dudar que una candidatura de Morena con Guadiana y Mejía trabajando juntos hubiera sido más competitiva frente al poderoso PRI de Coahuila. Entre otras razones, porque el sometimiento “voluntario” de la corcholata descartada da legitimidad a la corcholata elegida y como vemos ahora, si no se somete se gana la furia de Palacio.
Esto lo saben Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard. Por eso cuando el primero dudó de la encuesta para CdMx en 2018 y el segundo de la de 2012, terminaron por aceptar el resultado y legitimar a la elegida y el elegido.
Bajar la cabeza después de la decisión del gran elector —perdón, de lo que diga la encuesta— da poder de negociación para el futuro del perdedor y su grupo, y posiciones hay varias: el Congreso, algunos estados, el gabinete, el partido rumbo al futuro…
Y todo eso es mejor que la candidatura por otro partido para ganar 10 por ciento de los votos. Hay maneras de perder, pues. Son políticos y en eso andan, elevando la presión para cuando pierdan y la negociación termine mejor para ellos. No son Mejía, pues, algo más de experiencia tienen.