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El problema de Claudia… y de Andy

Ciudad de México /

A casi todos los presidentes mexicanos se les han enredado las cosas en relación a sus antecesores, los ex presidentes. No digamos Zedillo, que metió a prisión al hermano de Carlos Salinas; o José López Portillo, que no encontraba un país más lejano que Australia para mandar a Echeverría, quien puso toda la responsabilidad del 68 en quien ya se había ido, y así hay tantos.

Es un lío, pues, no hay demasiadas reglas políticas no escritas ni tradiciones de lo que debe hacer y no debe hacer un presidente. Ya ven a Calderón, que terminó queriendo hacer un nuevo partido, peleado con el apoyo de toda la vida, o a Fox apoyando al PRI.

Como me recuerda un buen amigo, en el país un ex presidente siempre es un jarrón chino que no se sabe dónde ponerlo. El lío para Claudia y para Morena se ha vuelto aún más complicado.

Su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, fue el líder político más importante de las últimas dos décadas mexicanas, fue él y su terquedad —dicha en el mejor de los sentidos— quien sacó del poder a los partidos que se habían rotado la Presidencia y, más importante, como somos ahora testigos, quien los dejó rotos y sin mucho futuro.

Fue él quien más allá de reglas o leyes, mentiras o verdades, pasado o futuro se empeñó en construir a su alrededor un aura de salvador de la patria que en los últimos años provoca que sus seguidores le tengan una especie de encandilamiento que no pocas veces se parece a los de una secta, en donde el “líder” no se puede tocar, criticar, no hacer lo que “él hubiera querido” ni nada similar.

Por si esto fuera poco, la otra herencia tiene que ver con las iniciativas que sin ninguna oportunidad de ser aprobadas presentó el presidente López Obrador el año pasado y que su sucesora ahora tiene que implementar; la mayor y más desastrosa, la judicial.

Por si eso no hacía que ese jarrón chino fuera un lío enorme para saber dónde acomodarlo, a alguien se le ocurrió la gran idea de que en Morena, con una buena chamba y poder, estuviera el hijo del presidente ido.

Un hijo que curiosamente nunca había estado en la política con un puesto, que pocas, si alguna, le hemos escuchado la voz o sus ideas o qué piensa del país, lo que hace que los opositores y críticos de Morena argumenten, sin pruebas pero con mayor efecto, que aquello del rancho y Palenque y la escritura es puro cuento.

Pues sí. Un lío. Como pregunta mi amigo, si aquello era un jarrón chino, ¿esto qué es? 

  • Carlos Puig
  • carlos.puig@milenio.com
  • Periodista. Milenio TV, Milenio Diario y digital, de lunes a viernes. Escucho asicomosuena.mx todo el tiempo.
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