Para quien tiene el poder, como ahora lo tienen Claudia Sheinbaum y el movimiento que lidera, siempre es útil tener a alguien para nombrar y culpar cuando se presenta una crisis cuya solución no es sencilla.
Basta mirar al norte y ver la obsesión de Donald Trump con Joseph Biden, un ex presidente más bien mediocre, pero ahora inventado como el rey de todos los males que aquejan a Estados Unidos.
Para los presidentes priistas siempre era sencillo señalar al presidente anterior, para los presidentes panistas era señalar al PRI, en esos tiempos presente en la memoria de la mayoría de los mexicanos.
Peña Nieto, un poco atrapado por su proyecto de arranque, el Pacto por México, fue más cuidadoso con sus adversarios. Así le fue. Todo fue siempre su culpa.
Andrés Manuel López Obrador había tenido como adversario desde siempre a Felipe Calderón. Cuando llegó a la Presidencia, ese fue el señalado como culpable de todos los males del país. Al menos en la retórica.
En los hechos, López Obrador desarmó todo el proyecto de reformas estructurales de Peña y aquel pacto. Pero el verdadero culpable de todos nuestros males había sido Calderón, aquel que, dice la 4T, “le robó la Presidencia”. Por supuesto, la detención y sentencia contra García Luna fue de gran ayuda para ese discurso.
Claudia Sheinbaum tiene un problema. Su antecesor es el fundador y líder del movimiento que ella hoy abandera. Ni modo de culparlo de algo.
“El calderonismo”, que tanto gusta de seguir usando la Presidenta, la verdad ya no importa mucho. Hace más de una década que Calderón dejó el poder y no le ha ido muy bien desde entonces; basta ver cómo le fue en la elección que ganó Peña Nieto a su partido o cuando quiso hacer su propio partido en la elección de 2018. Para las elecciones de 2026 o las de 2030, los votantes apenas se acordarán de aquello.
Está claro que oposición, como tal, no hay. Me refiero a la de los partidos. Eso es un problema.
Ayer en la mañanera se dijo que en las redes sociales “alguien”, vaya usted a saber quién, había gastado 20 millones de pesos para hacer una campaña en su contra por el asunto de Teuchitlán, una crisis de verdad muy seria.
¿Veinte millones? ¿Con eso ya merecen mañanera “los enemigos”? Vaya usted a saber quiénes son.
Es un problema no tener un adversario de carne y hueso, nombrable, identificable para culpar de todos los males.