Nuestro compañero Amílcar Salazar recorrió la Costa Grande de Guerrero.
Como él lo escribió ayer, “la emergencia por el paso del ciclón en Guerrero se extiende a lo largo de 50 kilómetros desde el puerto y la zona rural de Acapulco hasta los límites de Coyuca de Benítez con Atoyac de Álvarez, dejando un cinturón de damnificados y abandono gubernamental sobre la carretera federal Acapulco-Zihuatanejo”.
Coyuca de Benítez, ese lugar donde apenas unos días antes asesinaron a 13 policías municipales.
Ahí llegó Amílcar y preguntó: ¿Y el presidente municipal?
“De él no sabemos nada desde que mataron a los policías”, y recuerda la emboscada de 13 agentes asesinados, entre ellos el comandante de este municipio apenas hace siete días.
En el recorrido del reportero, con dirección y más cerca de Acapulco, Amílcar encontró que “fue instalado un retén ilegal con hombres armados. Y a un costado de la carretera, en una bodega, la gente formó una larga fila para recibir un suero, latas de atún o arroz sin ninguna institución gubernamental presente. ‘Son los de San Luis‘, según explican pobladores a MILENIO”.
San Luis, otro poblado de la zona disputado por los grupos delictivos que ahora empiezan a proveer a los pobladores para ganar esa guerra.
La disputa criminal por Acapulco estaba al rojo vivo. Ayer hablé con Eduardo Guerrero, que hace muchos años sigue el fenómeno en el país y en Guerrero. Además del CJNG y Sinaloa, en Guerrero venía creciendo otra organización —me contó Eduardo— “que es La Nueva Familia Michoacana, también conocida como La Familia Olascoaga”.
“Estos hermanos se han ido extendiendo y se presume que ellos fueron los autores de la matanza de los 13 policías. Esta es una organización que estaba peleando las playas que están entre Zihuatanejo y Acapulco y sospechaban que los policías de Coyuca se estaban alineando con otras organizaciones”.
Ya el año pasado el Ejército y la Guardia Nacional intervinieron el mercado de Acapulco que había sido tomado por organizaciones criminales; un año después, uno de los grupos lo incendió quemando más de 500 locales.
Es a esa ciudad, a esa región adonde en los próximos meses y años llegará dinero y material para reconstruir. Los grupos delictivos querrán su parte que ahora han perdido por el cierre de negocios que ya extorsionaban.
Y además habrá elecciones.
¿Quién detiene lo que se avecina?