Cito de la nota de mi compañero Raúl Ojeda: “Alrededor de las 11:40 horas explotó un artefacto frente a las instalaciones de la Policía Comunitaria y el Palacio Municipal de Coahuayan, en Michoacán, sobre la calle Ignacio López Rayón, colonia Centro. La detonación fue percibida con gran magnitud y provocó daños en edificios cercanos, vehículos, viviendas, negocios e incluso en el Hospital Comunitario. Las ventanas y estructura de la sede de gobierno municipal fueron impactadas por la onda expansiva. La zona quedó sin servicio eléctrico. La Fiscalía de Michoacán confirmó que hubo cinco muertos: dos fueron hallados en la camioneta que estalló, mientras que otras tres personas, integrantes de la Policía Comunitaria, fallecieron mientras recibían atención médica”.
Hace mucho tiempo que Michoacán es el centro de la toma de negocios y territorio por parte del crimen organizado. No es por cualquier cosa que es ahí donde hemos visto desde hace cuatro sexenios intervenciones federales —como la anunciada hace unas semanas por la presidenta Sheinbaum—, que no se ven en otras entidades, aun cuando la violencia sea mayor. Porque el problema es que habría que buscar otra palabra que simbolice la gravedad del asunto en Michoacán, pues es mucho más profundo y estructural que algunos cárteles.
El nuevo plan, más allá de que mencione acciones “de paz”, es como los otros que hemos visto, uno de guerra. Valgan los 12 mil 287 elementos del Ejército, Guardia Nacional y la Armada de México. Y sí, no hay de otra. Lo sucedido el sábado es una primera respuesta.
Lo que hoy no está claro es si el plan incluye una revisión y tal vez, o en los casos que así lo amerite, renovación profunda de los liderazgos políticos… y policiacos de la entidad.
Por lo pronto, el gobernador Ramírez Bedolla, muchos presidentes municipales y otras autoridades se ven muy tranquilos.
No está claro si es que con ellos ahí las cosas puedan cambiar como no cambiaron con otras intervenciones.
Dijo ayer el alcalde de Coahuayana que el municipio “merece vivir en paz. Merecemos un municipio seguro, unido y fuerte. Reconocemos la presencia y el esfuerzo de todas las instituciones de gobierno que hoy se encuentran en nuestro territorio, pero lo sucedido nos recuerda que aún queda mucho por hacer para garantizar la seguridad de todas y todos”.
Sí, tiene razón, mucho. Y, por desgracia, podemos esperar más respuestas asesinas del crimen organizado.