Sabremos en unos días si todo lo que hasta hoy se ha publicado sobre las reglas que aprobará Morena para la competencia entre sus aspirantes es cierto. A juzgar por lo que dijo Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional de Morena, por lo menos lo de las renuncias inmediatas sí será así.
Esto debería poner en un serio dilema a Adán Augusto López Hernández y de alguna manera a Andrés Manuel López Obrador.
Se entiende por qué fue agregado como corcholata hace varios meses que se necesitaba un tercero en discordia para alivianar el broncón entre Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Pero la verdad es que el ex gobernador tabasqueño es un recién llegado a la escena pública nacional, con bajo reconocimiento en el país y que, por lo tanto, su lugar en todas las encuestas publicadas sobre la competencia interna de Morena es muy bajo y, por lo tanto, imposible que, aunque “El gran encuestador” así lo decidiera, ganara. No hay manera que eso pase sin provocar una crisis con los otros aspirantes. No hay forma de que una encuesta medianamente seria lo ponga por encima de la jefa de Gobierno o el canciller. Como corcholata, le ha cumplido al Presidente.
Como le ha cumplido convirtiéndose en un secretario de Gobernación que, a decir de muchos, arregla líos, opera políticamente en el Legislativo, habla con las oposiciones, mientras el Presidente termina sus obras, en poco tiempo Adán Augusto se ha convertido en un secretario de Gobernación de los de antes, de aquellos del PRI del siglo pasado, con mucho poder y más tendrá el último año de elecciones.
¿Por qué dejar todo eso para aparecer en una competencia que sabe que va a perder?
No solo eso. ¿A cuál de las corcholatas le quita simpatizantes Adán Augusto, por pocos que sean? ¿Los tabasqueños y chiapanecos prefieren a Ebrard o Claudia si Adán no va? ¿Quién es la favorita del Presidente?
Para como le gusta al Presidente operar en las elecciones, la Secretaría de Gobernación no es mal lugar para que el candidato quede con alguna deuda.
Escribió en su Twitter Adán Augusto: “Hace muchos años, un paisano me enseñó que en política se debe construir el equilibrio entre la razón y la pasión. Serenidad y paciencia, los tiempos del Señor son perfectos”.
Ya veremos el lunes qué le dijo el señor, el de Palacio, por supuesto.