Esta semana, el gobierno de Estados Unidos encabezado por Donald Trump le dio una vuelta de tuerca rara a un programa que había servido para intentar ordenar la frontera sur de Estados Unidos. Ya había cerrado la aplicación CBP One, utilizada para hacer citas para aquellos que pedían asilo, lo que no sabíamos era que solo la reprogramaron para que ahora los migrantes sin documentos se vayan de ese país.
A lo mejor me equivoco, pero no creo que mucha gente lo utilice.
Más allá de eso y de sembrar el terror en varias comunidades de migrantes –y esto importa, porque ha arruinado la vida de miles—, los números siguen siendo menores a los que fueron en pasadas administraciones, las cosas parecen no estar funcionando en el esfuerzo del nuevo gobierno.
Tanto así que el zar de la frontera, Tom Homan, interrogado por los medios, dijo que Trump está contento con los resultados hasta ahora. “El presidente nunca me ha dicho que no está contento”, dijo Homan.
“Yo soy el que no estoy contento”, agregó. Y también dijo que la prensa debería de fijarse en los números de cruces en la frontera, que han bajado mucho. Claro, Homan no aclaró que eso ya estaba sucediendo antes de que llegara él o Trump.
Nadie debe confiarse por lo que hasta hoy ha sucedido. Las cosas pueden acelerarse, entre otras cosas, por el aumento en recursos incluidos en el nuevo presupuesto que se vota mañana para las fuerzas federales asignadas al control migratorio y más sanciones fiscales para ciudades consideradas “santuario”.
Pero, sobre todo, lo que buscará el nuevo gobierno son cambios en las leyes que permitan a agentes estatales y locales actuar como agentes migratorios para no repetir lo que ha sucedido en Texas, donde el gobernador anunció la operación Lone Star.
Desde 2021 el estado ha arrestado a más de 50 mil personas como parte del esfuerzo. Cuando el gobernador Abbott anunció por primera vez la iniciativa, dijo que Texas se estaba viendo obligado a hacer el trabajo que el gobierno federal había eludido. Pero, aunque el estado podía arrestar y acusar a los migrantes por allanamiento de morada, finalmente tenía que devolverlos a las autoridades federales de inmigración. Y ahí el atorón se vuelve el mismo.
Miles de agentes hacen arrestos, llenan cárceles y centros de procesamiento, docenas de jueces escuchan los casos y los migrantes a menudo terminan donde habían comenzado.
Hasta ahora, las deportaciones masivas no llegan. Pero me temo que encontrarán la manera.