Vivimos en un mundo extraño —decía el pensador francés Raymond Aron, en los años de la Guerra Fría— creado por armas concebidas para no ser nunca usadas, pero que solo pueden cumplir con su función en la medida en que exista la posibilidad de ser utilizadas.
Esta semana, la prensa en todo el mundo ha estado llena de noticias sobre el peligro de que esas armas (concebidas para no ser nunca utilizadas) sean en efecto usadas por Rusia contra Ucrania. Incluso la prensa más seria y más sobria. “¿Podría llegar a ser nuclear la guerra en Ucrania?”, pregunta esta semana The Economist. “¿Qué armas nucleares podría utilizar Putin contra Ucrania?”, inquirió antier el Financial Times. “En Washington, las amenazas nucleares de Putin provocan una creciente alarma”, anunció este sábado, en la primera plana, The New York Times. “No hay controles sobre Putin”, añadió Lloyd Austin, el secretario de la Defensa de Estados Unidos en una entrevista con CNN. “Así como tomó la decisión irresponsable de invadir Ucrania, podría tomar otra decisión”. Añadió que no veía nada, en este momento, que lo llevara a creer en ese extremo, pero concedió que su gobierno preparaba ya posibles respuestas al escenario de un posible ataque nuclear de Rusia.
Es algo que no habíamos vivido desde la crisis de octubre de 1962, hace sesenta años. El miedo a una conflagración nuclear que salga de control.
Washington piensa que son bajas, hoy, las posibilidades del uso de un arma nuclear: Moscú correría el riesgo de quedarse absolutamente solo en el mundo, sin el apoyo de China. Pero Washington está hoy más preocupado de lo que estaba en febrero, tras las derrotas de los rusos en el norte del Donbas, las altísimas tasas de muerte en su ejército, la impopularidad de la movilización al interior de Rusia.
La guerra en Ucrania ha mostrado que las fuerzas convencionales rusas están mal entrenadas y mal equipadas. Eso ha hecho que Putin sea más dependiente de sus armas no convencionales. Rusia tiene unas dos mil armas nucleares tácticas, menos destructivas que las estratégicas (las de los misiles intercontinentales, que son capaces de destruir ciudades y que desde hace un cuarto de siglo —ya no— habían sido reducidas por medio de tratados entre Washington y Moscú). Algunos analistas rusos han sugerido usarlas en Ucrania. También, este sábado, Ramzan Kadirov, el líder de la república de Chechenia. Tras anexar cuatro provincias de Ucrania, Putin había amenazado con usar “todos los medios a nuestro alcance” para defender el territorio de Rusia (que ahora incluiría esas provincias) y había recordado las bombas de Estados Unidos (“crearon un precedente”, dijo) que destruyeron Hiroshima y Nagasaki. Putin sabe que necesita aprovechar la ventaja que le da su arsenal nuclear, muy destructivo, sin de hecho llegar a utilizarlo. Ha sido más o menos exitoso en eso, pues la OTAN no ha intervenido ni ha dado a Kiev sus armas más mortíferas por miedo a que escale la guerra en Ucrania.
Nos preocupa que gane Putin, pero también que pierda, pues su humillación (si pierde todo lo ganado) lo puede llevar a considerar el uso de armas no convencionales, con lo que se corre el riesgo de que todo salga de la lógica de la razón. Por eso, las semanas que vienen serán peligrosas.
Carlos Tello Díaz*
*Investigador de la UNAM (Cialc)
ctello@milenio.com