Donald Trump anunció este lunes que ambiciona más territorios para Estados Unidos. Es el primer presidente americano, en más de cien años, en decir que los quiere. Uno de esos territorios está en el corazón de Panamá.
El 12 de octubre de 1492 el almirante Cristóbal Colón descubrió América, que pensó hasta su muerte en 1506 que era parte de Asia. El 25 de septiembre de 1513 el capitán Vasco Núñez de Balboa descubrió, en la provincia del Darién, el Océano Pacífico, que llamó Mar del Sur. El mundo supo en ese momento que había un continente situado entre Asia y Europa. Desde entonces dio comienzo la búsqueda de una vía que uniera ambos océanos. A principios del siglo XVI, Cabot lo busca, sin éxito, en América del Norte, en lo que llamó el Pasaje del Noroeste, entonces bloqueado por el hielo del Círculo Polar. Magallanes lo encuentra en América del Sur, en el punto más extremo del continente: el Estrecho. Otros buscaron esa vía a través del continente, en su ombligo: América del Centro. Hernán Cortés menciona, en sus cartas de relación, “el secreto de un estrecho” entre el Mar del Norte y el Mar del Sur en el istmo de Tehuantepec. Alexander von Humboldt evoca, en su Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, “un canal que debe unir los dos mares en la intendencia de Oaxaca”. La anexión de la Alta California, a mediados del siglo XIX, hizo necesaria una vía rápida y segura para unir el Este con el Oeste de la Unión Americana.
En el XIX había tres posibilidades de tránsito interoceánico: Tehuantepec, Nicaragua y Panamá. En 1880, el gobierno de México envió una comisión a Europa para buscar al vizconde Ferdinand de Lesseps, el promotor del canal de Suez, en Egipto. Quería conocer su opinión sobre la posibilidad de abrir un tajo por el Istmo. Lesseps estudió el proyecto, que le interesaba, pero, al final, propuso la construcción de una vía más al sur, en Panamá. Había ya un ferrocarril que cruzaba ese istmo, promovido por John Lloyd Stephens, el descubridor de la ciudades de los mayas en Yucatán. Francia fracasó en su intento de reproducir lo que Lesseps había hecho en Suez: un tajo por el que pudieran navegar los barcos, entre el Atlántico y el Pacífico. El proyecto del tajo por la montaña fue cancelado, sustituido por un canal con un sistema de exclusas, con capital y tecnología de Estados Unidos. Washington maniobró para impedir que Inglaterra construyera un canal por Nicaragua. Era vital el control del tráfico por Centro América. En 1903, los americanos apoyaron a los separatistas de la provincia de Panamá, en Colombia, para facilitar ahí la construcción de un canal por el Continente.
El canal de Panamá fue concluido en 1914. Estuvo controlado desde entonces por el gobierno de Estados Unidos. El 7 de septiembre de 1977, el presidente Jimmy Carter y el general Omar Torrijos firmaron en Washington un tratado que garantizaba que Panamá tendría el control del canal a partir de 1999. Según el tratado, el canal es un patrimonio inalienable de Panamá. Pero una de sus cláusulas afirma que, frente a un estado de emergencia, si peligra por ejemplo su neutralidad, el canal puede ser retomado por las fuerzas armadas de Estados Unidos.