México fue el blanco de los ataques de Donald Trump desde el día que asumió la presidencia de Estados Unidos. Declaró una emergencia en la frontera, que implicó la movilización de mil quinientos efectivos del ejército hacia el sur; ordenó que las bandas criminales del país fueran designadas organizaciones terroristas extranjeras (foreign terrorist organizations), con lo que sugirió el derecho de su gobierno a la acción militar unilateral en México; decidió dejar abandonados a su suerte a miles de migrantes varados en el país, muchos de los cuales (cubanos, venezolanos, haitianos, nicaragüenses) esperaban poder entrar legalmente como refugiados políticos a Estados Unidos; instruyó a las instituciones del gobierno federal llamar Golfo de América al Golfo de México, algo que ya ocurre allá, por ejemplo en el gobierno del estado de Florida. Trump también amenazó con deportar a todos aquellos que viven sin papeles en Estados Unidos: cinco millones de ellos son originarios de Mé-
xico. Y resucitó la política llamada Remain in Mexico, que obliga a nuestro país a dar albergue a todos los que tramitan sus solicitudes de asilo en Estados Unidos, política que había sido ya cancelada por el gobierno de Biden y que no es aceptada por la presidenta Sheinbaum.
En fin, Trump anunció también, este sábado, tarifas del 25 por ciento a los productos de México. Fue después acordada una pausa de un mes, a cambio de la movilización de diez mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera con Estados Unidos. La pausa significó un respiro para el gobierno de México. Pero el hecho es que, con el anuncio de las tarifas, Trump puso en tela de juicio la vigencia del T-MEC, que es un tratado basado, justamente, en el principio del libre comercio en América del Norte. No sólo eso. “Las organizaciones mexicanas que trafican droga”, dijo su oficina, “tienen una alianza intolerable con el gobierno de México”. Así está escrito en el documento dado a conocer el sábado en Washington por la Casa Blanca. El gobierno mexicano es un aliado de los criminales: les ha dado protección y les ha cedido el control de una parte
del territorio.
No es claro qué tipo de relación vamos a tener los dos países. “Estados Unidos ha dejado de ser un socio confiable para México en el largo plazo”, escribió Leo Zuckerman en su columna de Excélsior. “México debe pensar qué hacer para comenzar a desvincular su crecimiento económico de la integración comercial con Estados Unidos”. Estados Unidos, en efecto, ha dejado de ser un socio confiable. También un aliado confiable. La elección de Trump en 2016 no fue una aberración, un error que pasó a la historia; los americanos volvieron a votar por él, sabiendo lo que era, lo que había hecho, lo que quería hacer en su país y en el mundo. Estados Unidos ha dejado de ser confiable. Su presidente quiere comprar Groenlandia. Acaba de anunciar que planea tomar el control de Gaza, tras el traslado de todos los palestinos hacia los países vecinos en Medio Oriente. ¿Está roto ya —roto por Estados Unidos— el orden internacional que emergió en 1945, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial? Es algo que pronto quedará claro, en el curso de este año.