"No es sólo acerca del talento, se trata de carácter, mentalidad y adaptarse al sistema” – Frase de la película Hustle (Garra)
Estoy preparando un proceso de consultoría, tipo intervención, para un grupo de ejecutivos de una organización que han sido elegidos para asumir un puesto de mayor responsabilidad, y sobre todo, de más interacción con públicos internos y externos.
Mi participación no está relacionada con aspectos técnicos, sino (como ya has de suponer) con habilidades y competencias blandas (comunicación efectiva, empatía, resiliencia, pensamiento crítico…). Mis entrevistas (por separado, claro), pretenden dar una mirada no sesgada del talante de cada persona.
Y aquí es donde viene la explicación del concepto: El talante en los negocios se refiere a la actitud y el comportamiento que un individuo exhibe en el ámbito profesional. Un buen talante genera confianza, establece relaciones sólidas y fomenta un ambiente de trabajo positivo.
Un buen talante no sólo se refiere a la actitud personal, sino también a la forma en que interactúa y contribuye al ambiente general, impactando favorablemente a todo el sistema.
Te pongo un ejemplo muy básico: en una institución educativa, puedes contratar a una persona que tenga todos los grados, reconocimientos y certificaciones que gustes y mandes… pero es malo para impartir cátedra.
Entonces, ¿qué es más importante para el instituto, una persona muy capacitada teórica y técnicamente? ¿o una que, aún sin ser un pro, tiene carácter y empatía para conectar y compartir conocimiento?
Ya puedo escuchar que algunos gritan “¡Pues depende…”, y sí, depende de muchas cosas, pero no se claven y síganme la corriente. Porque, además de las competencias técnicas, una persona con el talante correcto tiene la capacidad de cultivar un ambiente positivo y amigable, pues se adapta más fácilmente a un sistema, lo que puede mejorar el rendimiento, la productividad, la satisfacción y el clima organizacional, entre otros beneficios.
“El buen talante es un requisito esencial a partir del cual se puede considerar el talento, y no al revés”, dice Andrés Fontenla, asesor ejecutivo de búsqueda y liderazgo, cuyo trabajo es identificar, atraer, desarrollar y retener líderes de alto nivel.
Así pues, el talante es un activo estratégico de una organización. Trabájalo (en ti y tus personas clave) y verás mejoras en todos lados. Ahí me platicas.