Después de las elecciones…

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  • Cuauhtémoc Carmona Álvarez

Laguna /

La democracia es “un sistema en que los partidos pierden elecciones” diría Adam Przeworski y en eso todos estamos de acuerdo, salvo quienes no quieren escuchar a la voluntad popular que se traduce en rechazo o refrendo. 

La confianza en quienes gobiernan y tienen nuevas propuestas de gobierno es el parteaguas para ganar o perder puestos de elección popular.

Sin embargo, de las elecciones del pasado domingo nadie negará la calidad democrática de estas. 

 En la mayoría de los estados donde se renovaron gubernaturas, alcaldías y diputaciones hubo un mensaje principal como lo mencioné en mi colaboración pasada: 

El pueblo quita y el pueblo pone.

El demos democrático requiere fuerza y claridad y este fue contundente en varios estados. 

Por ejemplo, en Baja California Sur donde carretadas de dinero pensaron que darían el triunfo a la coalición PRIAN-PRD la lección fue magistral. Una ciudadanía harta pero dispuesta a continuar con los valores de la cuarta transformación encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, fue el acicate para desdibujar cualquier intento de continuismo y ceguera contra el ciudadano.

La participación elevada y propuestas con sentido social y humano convirtieron al profesor Victor Castro Cossío en Gobernador de Baja California Sur y a Oscar Leggs en presidente municipal de los Cabos junto con Milena Quiroga en la Paz. 

Los morenistas llegaron a la gente sin discursos simulados y gran trabajo de tierra a pesar de que varias encuestas “cuchareadas”, los ponían en segundo lugar.

La política de golpeteo junto con generar miedo y confusión por parte de quienes defienden al viejo régimen, la corrupción y la ceguera quedó catapultada en triunfos contundentes para MORENA que deberá renovarse y atender en todo el país, a la aspiración de quienes confían en la transformación y en un cambio disruptivo entre los que se van y los que llegan. 

La lucha por la desigualdad y pobreza impuesta por los neoliberales.

La identificación partidista que históricamente fue determinante para que el PRI- PAN -PRD ganaran elecciones se ha ido al borde con los resultados del pasado domingo. No tienen proyecto ni rumbo.

El ciudadano opta por proyectos y por plataformas que transformen su vida, su entorno y que lo coloque en mejores escenarios de vida. 

Ahí está la mejor plataforma ideológica y pragmática para gobernar combatiendo un subjetivismo descontextualizado por quienes al amparo del neoliberalismo, construyeron una desigualdad monstruosa con aires clasiracistas.

Las redes sociales ocuparon un lugar protagónico donde la ciudadanía está transitando a la información digital a través de un dispositivo móvil implacable. 

Los políticos vencedores se muestran al desnudo con trayectorias y compromiso social (apartados de la simulación, la mentira y el engaño), y eso a las élites oligarcas poco les importa. 

Desdén que los tiene catapultados en el peor fracaso electoral de su historia a pesar de sus maquinaciones y desenfrenados arrebatos para detener la 4T.

Después de las elecciones tenemos que entender el mensaje democrático y a la mayoría de los mexicanos que confían en el cambio disruptivo, en la sana polarización y en enterrar el viejo régimen corrupto y megalómano que se resiste a morir y a seguir creyendo que son los dueños de México.

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