En redes sociales causó polémica la forma en que la senadora de Baja California Sur de Morena Lucia Trasviña votó a favor de eliminar los fideicomisos.
La crítica no se hizo esperar y para pronto los jueces “moralistas” contra la cuarta transformación de manera tramposa centraron sus juicios en la palabra “cabrones” y no, en el fondo de la expresión como si la palabra fuera ajena y extraña a nuestro léxico y a las formas idiomáticas que usamos los mexicanos.
La hipocresía en el lenguaje no se hizo esperar. Muchos del circulito rojo se pusieron morados…
Ante la conductora Alisa Alanís de Milenio Televisión y a pregunta expresa: ¿A quiénes se refería?, la legisladora Sudcaliforniana sentenció:
“A todas las ratas, los sátrapas, a los que han saqueado este país y han empobrecido a nuestro pueblo.
A ellos me refiero.” La reportera de Milenio en ánimo de encontrar respuesta a una opinión atrevida para la audición “intelectualoide y culta”, supo cuestionar sin filias y fobias el sentir de una legisladora sencilla, sin poses y con un carácter bragado que la ha caracterizado en la Cámara alta.
En medios locales de Baja California Sur declaró: “En morena somos honestos y transparentes con el lenguaje, de que sirven las expresiones cultas y rimbombantes de los intelectuales orgánicos, si con los hechos fueron cómplices de la corrupción sin precedentes en la última década”.
Sin duda se refiere a los más de 70 millones de dólares otorgados a “juntos podemos” puenteados por la Asociación de Empresarios Mexicanos por ex colaboradores de Josefina Vázquez Mota en la SEP, sin menospreciar los más de 9 mil millones de pesos otorgados al Instituto Mexicano del Petróleo en tiempos de la reforma energética de forma poco transparente.
La Senadora Trasviña expone a quienes se beneficiaron de los fondos por nepotismo y corrupción como la esposa del exdirector general del CONACYT y del CIDE Enrique Cabrero que recibió más de 390 millones o los 41 mil millones de pesos transferidos a empresas privadas con opacidad y sin resultados según la actual directora del CONACYT María Elena Álvarez-Buylla.
Este pasaje quedará en la memoria sonora de la Cámara Alta como un ejercicio a favor de la libertad de expresión donde la Senadora Trasviña fustiga a quienes sin disimulo y en complicidad abusaron de los fideicomisos.
Para muchos fue un insulto, no obstante, como último recurso recordando a Schopenhauer en “El arte de tener la razón “y “El arte de insultar” la expresión, toma el mayor de los sentidos para partidarios y opositores.
En abono a la expresión, los ciudadanos están encabronados por tanta corrupción…
@cuauhtecarmona