¿Queremos al Rey de España en México?

  • Columna de Daniela Pacheco
  • Daniela Pacheco

Ciudad de México /

Aunque ya superamos la época de siervos y esclavos, al menos como etapa histórica, cada vez que se toca la palabra España, sale más de uno enardecido a defender a su dizque madre patria. Y como si todavía fuéramos un virreinato —quisieran—, le reclaman airadamente a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, que el Rey Felipe VI haya sido excluido de su posesión presidencial.

La Constitución española otorga al rey, en tanto jefe de Estado, las funciones de representación de España en el exterior y establece que “asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica”. Además, existe la exigencia de una aparente neutralidad inherente a su cargo, por lo que debería permanecer al margen de cualquier lucha política.

Sin embargo, basta con revisar la oposición acérrima de Felipe VI a la autonomía catalana, para demostrar que de neutral no tiene nada. Pero regresemos a su relación con América Latina y me permito remitirme a un ejemplo muy cercano. Durante la posesión del presidente de Colombia, Gustavo Petro, la espada del Libertador Simón Bolívar, cuyo ejército derrotó a las fuerzas de la Corona española y le dio la independencia a varios territorios suramericanos, se convirtió en protagonista de la investidura del primer presidente de izquierda en ese país. A su paso, varios de los mandatarios asistentes, le hicieron honores poniéndose de pie. ¿Adivinen quién no lo hizo? Claro, el Rey de España. Y no, no se trata de incumplir con un mero formalismo, sino del desdén hacia el pueblo colombiano y hacia un símbolo que evoca nuestras gestas independistas, más propio de un conquistador que de un jefe de Estado.

En septiembre de 2021, en pleno estallido social en Colombia, cuando el Estado colombiano, en cabeza del expresidente Iván Duque, de derecha, reprimió a su propio pueblo, Felipe VI condecoró al mandatario colombiano con la Gran Cruz de Isabel la Católica, una de los principales reconocimientos que otorga el Estado español. El mismo rey, meses después, le volvió a entregar un premio al entonces presidente colombiano, el World Peace and Liberty Award, otorgado por la Asociación Mundial de Juristas, como reconocimiento a la defensa de la democracia, la paz y el Estado de Derecho. ¡A un presidente cuya desaprobación llegó al 87%!

No es la primera vez que Felipe VI actúa con cierto desprecio frente a presidentes de la izquierda latinoamericana. No en vano, este tipo de acciones le han significado el aplauso de partidos de ultraderecha en su país como Vox. Recordemos cuando en una visita oficial a Puerto Rico, para celebrar el 500 aniversario de su capital, San Juan, en enero de 2021, el Rey aseguró que España llevó a América Latina "las bases del derecho internacional y los derechos humanos".

En nuestro continente, el Rey Felipe VI parece claramente dispuesto a lavarle los rostros a algunos presidentes y alineado con los discursos de la derecha continental, y con los símbolos de esa España colonizadora, que todavía muchos y muchas enaltecen, incluso en América Latina. Para ese núcleo, un mensaje de tranquilidad: pese a las diferencias entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el Rey de España, en 2023, las empresas españolas invirtieron en México un 76% más, el nivel más alto desde 2018.

Lo de la omisión, no invitación, exclusión, haiga sido como haiga sido, o como le queramos llamar, tiene un sentido de dignidad para gobiernos de izquierda que han puesto a la soberanía por encima de la reivindicación del colonialismo que algunos grupos añoran. Los negocios seguirán siendo negocios.


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