El martes venidero será un día histórico para nuestro México y la América Latina, Claudia tomará protesta y se le colocará la banda presidencial, convirtiéndola en la primera mujer de este país en llegar a ese puesto.
México por primera vez será comandado por una presidenta de 62 años, letrada, analítica, inteligente y calculadora; muchos dicen que más allá de servir a AMLO, viene con su propia agenda personal.
Es cierto, ya dejó ver que continuará con la famosa cuarta transformación que empezó Andrés Manuel López López, hace varios años atrás, seguirá por ejemplo con apoyos a los más necesitados, infraestructura ferroviaria, la mentadísima reforma al Poder Judicial y varias cosas más, pero ella por su lado al menos en la cuestión ambiental tiene varios proyectos en el tintero y por supuesto, el redoblar el apoyo a su género, las mujeres.
Veremos como muchos auguran, una línea obradorista, en parte porque le conviene, pero también porque tiene convicciones muy arraigadas desde décadas atrás y que de siempre han empatizado con Andrés; vivir en Palacio Nacional es por conveniencia, ser una presidenta de a pie y cercana al pueblo es por convicción.
Este primero de octubre lo invito a presenciar ese acto, que repito estará en los anales de la historia, desde muy temprano Sheinbaum estará en el Congreso de la Unión después a Palacio Nacional, donde convivirá con los que aceptaron su invitación y para rematar, en el Zócalo para presentarse al pueblo sabio. Sí, veo una nueva era en este territorio, pero también la continuidad de un movimiento que, de no pararlo, seguirá por varios sexenios más. Por lo pronto con eso de que no viene el rey de España, porque no lo invitaron, se está convirtiendo en una pequeña bola de nieve, que de no manejarse se puede convertir en una avalancha, ese paquetito será de los primeros que deberá manejar, que, por cierto, a mí me pareció lo adecuado, la monarquía es uno de los símbolos que no deberían seguir existiendo.