Amigos y enemigos

Laguna /

La forma en que los seres humanos construimos identidades y nos afiliamos a ciertos grupos es un proceso que revela tanto las raíces de los conflictos como las claves para construir una paz duradera. Este fenómeno se puede observar a través de la lente de la neurociencia aplicada.

La tendencia a interpretar el comportamiento propio o el de otros a través de la atribución de estados mentales basados en nuestras creencias y percepciones es fundamental para entender cómo percibimos a quienes nos rodean.

Este proceso no es simplemente una cuestión de percepción; está profundamente arraigado en nuestra biología y psicología.

Linda Tropp, investigadora de la Universidad de Massachusetts en Amherst, ha explorado cómo la pertenencia a un grupo puede exagerar las diferencias entre “nosotros” y “ellos”, creando límites más rígidos y fomentando el conflicto.

Su análisis sugiere que el contacto directo entre miembros de grupos antagónicos puede reducir los prejuicios. 

Este fenómeno se puede explicar por la disminución de la ansiedad y el sentido de amenaza, lo que, a su vez, aumenta la empatía.

La empatía y el prejuicio no son simplemente cuestiones de elección consciente; están influenciados por procesos emocionales y neurológicos. 

La amígdala cerebral es clave en la regulación de las emociones, juega un papel crucial en nuestras respuestas a las amenazas percibidas.

Cuando percibimos a un individuo o grupo como una amenaza, la amígdala cerebral se activa, desencadenando respuestas emocionales fuertes que pueden llevar al prejuicio y la discriminación.

Sin embargo, la neurociencia también nos ofrece una vía para la paz. 

Al reducir la activación de la amígdala mediante el contacto positivo y directo con miembros de otros grupos, podemos disminuir la ansiedad y el sentido de amenaza. 

Este proceso facilita la activación de la corteza prefrontal, responsable de las funciones cognitivas superiores como la toma de decisiones racionales y la empatía.

La neurociencia nos muestra que, aunque el origen del conflicto puede estar profundamente arraigado en nuestra biología, también tenemos la capacidad para construir puentes de empatía y comprensión.

Trabajar para reducir los prejuicios y aumentar la empatía mejora la convivencia y también avanzamos hacia un ideal ético de respeto y justicia para todas las personas, independientemente de su grupo de pertenencia.


@perezyortiz

  • david pérez

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