¿Humor sin límites?

Laguna /

A dos comediantes les han cancelado algunas presentaciones.

Una empresa refresquera argumenta la cancelación diciendo que está comprometida con la integridad, el respeto y la dignidad de todas las personas, y por eso debe cancelar ese show.

Uno de los comediantes, en su cuenta de X (anteriormente Twitter), argumenta: 

“Acuérdense que vivimos en un país donde no le exigimos al político, le exigimos al comediante para que cambie el rumbo de esas cosas”.

“Cancelados por todos lados, ¿algún país de primer mundo que nos dé la oportunidad de trabajar? ¿Por qué en México no existe la libre expresión?” (sic), denunció el comediante.

¿Debe el humor tener límites en una sociedad que promueve la libertad de expresión? ¿Estamos confundiendo la censura con la responsabilidad social?

Este es un problema que va más allá de acto de cancelación. 

Nos enfrenta a la necesidad de entender cómo equilibrar el derecho a expresarse libremente con la obligación de no incitar a la violencia ni atentar contra la dignidad de otros.

El humor tiene funciones sociales muy importantes: compartir alegría y criticar al poder, por ejemplo.

El humor, como cualquier forma de expresión, debe estar sujeto a límites cuando cruza la línea hacia la violencia simbólica o la incitación al odio.

Estos límites nunca pueden ser una forma censura que sofoca la creatividad o la disidencia, su alcance debe ser la regulación necesaria para proteger la dignidad y el respeto en la sociedad.

No se trata de imponer restricciones a la crítica del poder o a la irreverencia que caracteriza el humor, sino de evitar que este se convierta en una herramienta para perpetuar discursos de odio o violencia, explícita o implícita.

Las empresas que cancelan presentaciones bajo estas premisas están actuando dentro de su derecho a promover valores que refuercen el respeto y la inclusión.

En su estudio sobre el humor y la sociedad, Giselinde Kuipers, en Good Humor, Bad Taste, señala que las bromas, lejos de ser inocuas, reflejan y a menudo refuerzan las jerarquías sociales.

En este sentido, el humor que ataca o deshumaniza a ciertos grupos puede contribuir a perpetuar su exclusión o marginación. 

Por lo tanto, establecer ciertos límites al humor no es una forma de censura, sino un mecanismo para evitar que la libertad de unos pocos afecte negativamente los derechos de otros.

Además, en las democracias modernas, el equilibrio entre la libertad de expresión y la protección de la dignidad humana es un tema recurrente en debates jurídicos. 

El derecho a expresarse libremente no implica la exoneración de las consecuencias cuando dicha expresión afecta el respeto y la integridad de las personas.

El humor, como herramienta de crítica y entretenimiento, es esencial para la sociedad. 

Sin embargo, también puede convertirse en un arma que perpetúa violencia simbólica.

Las sociedades que buscan justicia y equidad deben asegurarse de que el humor nunca se utilice para menospreciar a otros.


@perezyortiz

  • David Pérez
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