La humanidad frente a la barbarie

Laguna /

En un contexto de tensión y conflicto creciente, el presidente de Chile, Gabriel Boric, hizo un llamado a la humanidad durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU. 

Rechazó la idea de tener que elegir entre “el terrorismo de Hamas o la masacre y conducta genocida del Israel de Netanyahu”, una crítica fuerte al doble estándar en la aplicación de los derechos humanos en la comunidad internacional.

Boric denunció que, mientras algunos condenan las violaciones de derechos humanos cometidas por sus adversarios, callan o desvían la mirada cuando estas provienen de aliados políticos o económicos.

Esta denuncia es muy pertinente en un mundo cada vez más polarizado, donde los principios fundamentales de humanidad y justicia parecen ceder ante intereses geopolíticos y económicos.

¿Cómo hemos llegado al punto en que los derechos humanos son tratados con tanta selectividad? 

Las naciones poderosas a menudo hacen la vista gorda cuando las violaciones de derechos humanos son cometidas por aliados estratégicos o cuando sus intereses económicos están en juego.

¿Cómo superar este doble estándar y recuperar los principios que dieron origen a las instituciones globales encargadas de proteger la dignidad de la vida?

La solución al problema planteado por Boric pasa por la adopción de una postura ética coherente y universal respecto a los derechos humanos, sin excepciones ni condicionamientos geopolíticos.

Esto implica que el mundo no puede permitirse elegir entre una barbarie y otra; debe optar por la humanidad, incluso cuando esto signifique cuestionar o sancionar a aliados cercanos.

Hannah Arendt, en su análisis sobre la banalidad del mal, nos recuerda que los sistemas autoritarios y las violaciones masivas de derechos humanos no suelen surgir de actos individuales de maldad extrema, sino de la complicidad silenciosa y la normalización de la injusticia.

En el escenario actual, esta complicidad se manifiesta en el silencio de las grandes potencias frente a los abusos de sus aliados.

Según Human Rights Watch, las políticas selectivas y la falta de coherencia en la aplicación de sanciones por violaciones de derechos humanos han permitido que gobiernos autoritarios continúen oprimiendo a sus poblaciones sin consecuencias reales.

Amnistía Internacional subraya que esta selectividad genera desconfianza y resentimiento en las regiones afectadas, alimentando narrativas de victimización y polarización.

La humanidad no puede seguir eligiendo entre diferentes formas de barbarie.

Para avanzar hacia una cultura de paz es necesario rechazar tanto la violencia como la complicidad, y exigir que los derechos humanos sean respetados y defendidos de manera universal, sin importar quién cometa las violaciones.


@perezyortiz

  • David Pérez
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