El día de ayer, en una jornada histórica, tomó posesión la primera presidenta en la historia de México, Claudia Sheinbaum Pardo (CSP). En su mensaje de aceptación hizo un breve recuento de los logros del gobierno saliente y un bosquejo de lo que será su propio programa. En ambos casos, la economía jugó un rol protagónico.
Me parece natural. Como lo he comentado antes, soy de los convencidos de que los resultados económicos de los últimos años tienen todo que ver, tanto con la popularidad del hoy ex presidente López Obrador, como con el contundente triunfo de la presidenta Sheinbaum.
Respecto a su programa, hizo hincapié en la continuidad y profundización del modelo que ha seguido el país durante los últimos años y también en la visión de libertad económica sustantiva a la que anteriormente me he referido en estas líneas.
Esta idea de libertad corre transversalmente en el programa que la Presidenta plantea, pero quizás en donde más clara queda es en su primer punto: la prosperidad compartida. En este aspecto manifestó la voluntad de continuar con la política social imperante y ampliarla con nuevos programas. Esto mismo expresó para la política laboral, incluido el incremento del salario mínimo que, como la fortaleza actual de ese mercado demuestra, ha sido muy exitosa.
En temas de interés para los mercados reiteró su compromiso con el manejo responsable de las finanzas públicas, así como con la autonomía del banco central y su combate a la inflación. Esto es fundamental para la estabilidad económica del país y para la consecución de otro objetivo implícito en su planteamiento: el incremento en la inversión privada, tanto nacional como extranjera.
En este punto la Presidenta fue enfática en las garantías que el Estado brindará a las inversiones, así como en su interés en aprovechar al máximo el fenómeno de relocalización, acompañado de una política de desarrollo regional que permita balancear el desarrollo. Otro elemento relevante en este mismo sentido fue la convicción respecto al fortalecimiento de la integración económica a través del T-MEC.
Adicionalmente, aprovechó para enumerar, de manera compacta, algunos de los principales planes de infraestructura, incluyendo electricidad, transporte y agua. En todos los casos con metas ambiciosas, pero asequibles y, sobre todo, pertinentes dado el momento económico de México, ávido de proyectos de esta naturaleza.
El discurso fue muy sustancial y, sin duda, se requiere un análisis más profundo, tanto en el ámbito económico como en otros aspectos. De cara a la ejecución, como es natural, hay desafíos importantes, en particular en lo referente a crecimiento económico y financiamiento del déficit, entre otros. Comentaremos sobre ello en otras entregas, pero el mensaje que la presidenta envía hoy permite ver mucha claridad en la visión, las metas y los medios para lograrlas.
Alfa positivo. Hablando de confianza en la economía mexicana, apenas esta semana se publicó una importante transacción. Ares Management Corporation, líder en gestión de activos inmobiliarios con más de 400 mil millones de dólares bajo administración, adquirió ciento por ciento de las acciones de Walton Street Capital México. El creciente interés de inversionistas internacionales en el sector inmobiliario industrial es señal de buenas expectativas en el crecimiento del país.