Hace unos días la Secretaría de Economía publicó las cifras de inversión extranjera directa (IED) en México. Al 30 septiembre, la misma ascendió a 32 mil 926 millones de dólares (mdd), lo cual representa un máximo histórico. De hecho, quitando movimientos extraordinarios de 2022, como la fusión de Televisa y Univision y la reestructura de Aeroméxico, el crecimiento anual fue de 30 por ciento. La IED es un indicador importante porque, entre otras cosas, refleja la confianza de los inversionistas extranjeros en las perspectivas de la economía nacional.
Algunos analistas han observado con cierto escepticismo este despunte, aduciendo que el mismo está impulsado por la reinversión de utilidades, que alcanzó 76 por ciento, y no por la llegada de nuevas inversiones. Quienes esto opinan, consideran, entre otras cosas, que no se está aprovechando el potencial del fenómeno de relocalización (nearshoring) de México.
Esta conclusión, desde mi punto de vista, no se sigue de manera automática. De hecho, me parece que sería muy difícil observar crecimientos de esta magnitud en la IED si en las decisiones de muchas empresas que están reinvirtiendo no pesara la posibilidad de aprovechar la relocalización.
Sin duda hay razones para reinvertir utilidades que no están necesariamente asociadas con la relocalización. En los últimos 21 años, el rendimiento al capital (ROE, por sus cifras en inglés) de las empresas no financieras que componen el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores ha sido de 14.6 por ciento. Con una tasa de retención de utilidades de 76 por ciento, como la observada en 2023, las mismas estarían creciendo a 11.1 por ciento anual, una tasa muy competitiva.
Es muy aventurado, sin embargo, concluir que este tipo de razones son las únicas para reinvertir. Más allá de eso, detrás de decisiones de esta naturaleza, se encuentra también la confianza de los inversionistas en incrementar sus negocios a futuro en el país. Esto puede derivarse de la ampliación de operaciones o plantas productivas, lo cual representa, precisamente, un aprovechamiento de la relocalización de actividades de sus países de origen al nuestro.
En cualquiera de los casos, lo que queda fuera de toda duda es que, de cara a la inversión extranjera, la economía mexicana goza hoy de plena confianza.
Alfa positivo. Esta semana fue la mejor en los últimos cinco años para el fondo iShares MSCI México. Este instrumento, que es un fondo cotizado en bolsa (ETF) que sigue a la rentabilidad del índice MSCI México, recibió en la semana 148 mdd, el máximo flujo desde noviembre de 2018. Esto, nuevamente, es un indicio de la confianza de inversionistas que han visto que recientemente las acciones mexicanas han superado a sus pares.