La presidenta y la libertad de mercado

Ciudad de México /

En un hecho por demás histórico para México, el pasado 15 de agosto, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación entregó por primera vez la constancia de mayoría para la presidencia de la República a una mujer: Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), primera presidenta de México.

Como ameritaba la ocasión, su discurso ante el tribunal fue político. Lo político, sin embargo, no puede alejarse de lo económico (ni viceversa) y esta vez no fue la excepción. Existen muchas formas de abordar temas económicos en un discurso de esta naturaleza, pero resultó sin duda interesante la que enmarcó el de CSP: la libertad.

El concepto de libertad que promueve la Presidenta no debe confundirse con la doctrina por algunos conocida como libertarismo económico, de probada ineficacia, que en más de una ocasión he criticado en este espacio. En este contexto, la libertad de mercado, imprescindible para el sano desarrollo económico de una democracia, es una más de entre otras que el contrato social debe garantizar y, más importante aún, una que solo puede tener lugar en una sociedad de personas que son verdaderamente libres para ejercerla.

En palabras de CSP: “(…) contrario a quienes piensan que la libertad solo está en los mercados, pienso que la libertad por la que votaron la mayoría de las y los mexicanos es la que puede ejercerse a plenitud, en un régimen democrático y basada en los derechos de las personas “(…) es falsa la libertad del que debe cruzar kilómetros para migrar por pobreza; también es falsa la libertad del poder de compra con un salario de hambre o la libertad de acabar con el planeta”. No faltará quien en este mensaje encuentre algún tipo de minimización de la libertad de mercado. Yo, por el contrario, sostengo que la fortalece al ubicarla en su justa dimensión dentro de un pacto social solidario y perdurable.

La falacia de que el mercado por sí mismo alcanza niveles óptimos fue superada hace mucho. Ante ello, el planteamiento de CSP se funda en una intervención eficaz y honesta del Estado en la economía. Esta es la promesa de la Presidenta y lo que tendríamos que esperar de ella, entre otras cosas, es un mercado laboral fuerte que mejore el poder adquisitivo de los trabajadores, una demanda interna sólida que fomente el crecimiento, un desarrollo de infraestructura e imperio de la ley que fomente la inversión productiva y, en general, un modelo económico que promueva la igualdad de oportunidades para lo que ella ha llamado prosperidad compartida.

Alfa positivo. Buenas noticias en términos de la confianza en México: el lunes pasado la Secretaría de Economía reportó un nuevo máximo histórico de inversión extranjera directa, que alcanzó 31 mil 96 millones de dólares (cifras originales) al segundo trimestre de 2024.


  • David Razú
  • Economista dedicado a temas de finanzas, inversiones y previsión social. Director General de Afore XXI Banorte.
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.