La rentabilidad de la inversión responsable

Ciudad de México /

Esta semana está teniendo lugar en la Ciudad de México la cumbre sobre el financiamiento del futuro de la sostenibilidad en nuestro país, un evento del sector privado enfocado a explorar tendencias y soluciones para dar un mayor impulso a las inversiones responsables. Sobre el tema en los últimos años han corrido ríos de tinta y bytes, así como innumerables seminarios, foros y conferencias y, sin embargo, sigue existiendo cierto escepticismo de una buena parte del público inversionista respecto a la implementación de criterios ASG (medioambientales, sociales y de gobernanza) en el diseño de portafolios de inversión.

El término ASG (o ESG en inglés) fue acuñado por la ONU en 2004, pero la US Social Investment Forum (SIF) Foundation había medido por primera vez el saldo de este tipo de inversiones en 1995 y posteriormente identificó un boom de estas a partir de 2012. Desde entonces algunos de los inversionistas mencionados han expresado la duda de que muchas de las prácticas de ASG implementadas parecieran más orientadas a la simulación para un efecto mercadológico que a un impacto real. Sin duda hay cierta razón en ello, pues no ha sido fácil parametrizar de manera robusta el efecto de la implementación.

A 20 años del hito del término ASG y 12 del boom de este tipo de iniciativas, sin embargo, existe ya un cuerpo creciente de estudios serios respecto a los beneficios derivados de cambiar la forma de invertir, tanto en términos del impacto que los criterios ASG buscan como, para quienes tienen una visión más pragmática, de la rentabilidad asociada. En otras palabras, la evidencia indica que no solo hay una ganancia social en la inversión responsable, sino también una privada específica para los inversionistas que la incorporen en sus modelos de optimización.

Por citar algunos ejemplos, en 2015 la Universidad de Oxford reveló en un estudio que las empresas con altos estándares ASG tienen más probabilidades de ofrecer mejores retornos ajustados al riesgo. En 2021 Deloitte concluyó que este tipo de inversiones son menos volátiles y son más rentables. En 2023 un estudio de McKinsey encontró que la implementación de criterios de esta naturaleza en empresas con estrategias de crecimiento genera retornos superiores a los modelos tradicionales. Más recientemente, este mismo año, el Instituto MSCI publicó un estudio que demuestra que la exposición positiva a emisores con altas calificaciones ASG mejoró el desempeño financiero antes y después de controlar estadísticamente por la exposición a factores tradicionales como tamaño, región y sector, es decir, entre emisores comparables en estas características.

Nada de lo anterior niega que hay obstáculos, pero a pesar de ello la evidencia demuestra que en la medida en que haya un mayor compromiso con la agenda que los criterios ASG persiguen, habrá un cambio para bien tanto para el planeta como para las y los inversionistas y ahorradores que depositen su confianza en fondos de esta naturaleza.

Alfa positivo. Sigue llegando inversión extranjera a México en la búsqueda de relocalización y ahora toca a la tecnología. Foxconn, uno de los proveedores de Nvidia, acaba de anunciar su decisión para instalar una planta en Guadalajara para la fabricación de los servidores de inteligencia artificial GB200 Blackwell, según reportó Financial Times. La fábrica, de 450 metros de longitud, será la más grande de servidores para Nvidia en el mundo.


  • David Razú
  • Economista dedicado a temas de finanzas, inversiones y previsión social. Director General de Afore XXI Banorte.
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