De entre los diversos pronósticos económicos para este año, puede encontrarse cierto consenso en un crecimiento económico modesto a nivel global. Esto como consecuencia de la persistencia, todavía por un tiempo, de los actuales niveles de tasas de interés, así como de la relativa debilidad en el crecimiento del comercio internacional y la presencia de fenómenos geopolíticos que, de escalarse, podrían impactar en importantes rutas comerciales y precios de energéticos.
Para el caso de México, sin embargo, podemos esperar un mayor dinamismo. El crecimiento estimado para el año por la Secretaría de Hacienda (SHCP), de entre 2.4 y 3.5 por ciento, resulta sin duda plausible, principalmente tras un cierre de 2023 que seguramente estará en el orden de 3.4 por ciento. De hecho, el pronóstico de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), de 2.5 por ciento, cae dentro del rango estimado por SHCP.
Esto se explica, entre otras cosas, por la fortaleza del mercado laboral, de la que he escrito en ocasiones anteriores, así como por la tendencia favorable de la inversión extranjera y el progresivo aprovechamiento del fenómeno de relocalización (nearshoring), que día con día cobra más fuerza en nuestro país. En materia de inflación, es de esperarse continuar con la tendencia que se ha visto hasta ahora y que se logre, por lo menos, el pronóstico de la encuesta de Banxico de 4 por ciento. De cumplirse esa meta, la tasa de interés podría disminuir hasta niveles de 9.25 por ciento.
Finalmente, respecto al tipo de cambio, a pesar de que el saldo de reservas internacionales de Banxico acaba de marcar por sexta semana consecutiva un máximo histórico al ubicarse en 211 mil 509 millones de dólares al 22 de diciembre, los analistas estiman que pueda llegar a 18.53 pesos por dólar. En lo personal, me parece que esa previsión es muy alta y que, con la información disponible hoy, no existen elementos para suponer una depreciación de tal magnitud, máxime tras un cierre de 2023 en niveles por debajo de 17 pesos.
Todo lo anterior pinta, desde mi punto de vista, un buen panorama económico para México, lo cual es una muy buena noticia considerando que es un año electoral y que tradicionalmente, en nuestro país, esto ha sido sinónimo de sobresaltos. En esta ocasión, sin embargo, me parece que hay condiciones inmejorables para que México tenga una transición tersa y sin mayores disrupciones en lo económico.
Alfa incierto. Sí bien en México hay buenas condiciones para enfrentar el año electoral, habrá que ver el impacto económico que pueda tener el hecho de que más de la mitad de la población mundial irá a elecciones durante 2024. Particular atención habrá que poner en las correspondientes a Estados Unidos e India, entre otras.