El pasado viernes 15 de noviembre, la presidenta Claudia Sheinbaum mandó un claro mensaje: el gobierno federal busca una consolidación fiscal a través del equilibrio de las finanzas públicas desde el control del gasto y el incremento en ingresos. Según la propuesta de paquete económico para el ejercicio 2025, la meta será disminuir el déficit fiscal de 5.9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2024, a 3.9 en 2025.
Consistente con las propuestas de campaña que la llevaron a la presidencia, deja en claro que los programas sociales, de pensiones y becas, entre otros, serán prioritarios en el gasto. En lo referente a inversión, el paquete es ambicioso respecto a aeropuertos, carreteras, redes ferroviarias y portuarias, así como sector energético y mejoras en la conectividad, la integración económica de las regiones y el fortalecimiento de cadenas de suministros.
Más allá del oportuno debate sobre los supuestos macroeconómicos en que se sustenta, está claro que el paquete está en línea con lo que ya habían anticipado los mercados financieros. Tal y como se desprende de los movimientos en algunas de las variables que normalmente reflejan cuando hay sorpresas económicas, el paquete no causó incertidumbre, pues los movimientos observados fueron entre laterales y favorables.
Como ejemplo, en los días previos el dólar se había ubicado en valores entre 20.67 y 20.40 pesos, mientras que el día de la presentación del paquete económico cerró en 20.38 pesos por dólar, para bajar a 20.11 al cierre de la jornada el martes 19 de noviembre. Por su parte, el rendimiento del bono gubernamental a 10 años, que había rondado 10.09 por ciento en los días anteriores, cerró el viernes del programa en 9.947 y ayer se ubicaba en 9.869 por ciento.
A pesar de que el mercado recibió el paquete con buen ánimo, algunos críticos han señalado que sus supuestos y premisas se basan en pronósticos optimistas de crecimiento económico y tipo de cambio para 2025, así como sobre un ajuste demasiado estricto del gasto público no destinado a los programas sociales.
Por el lado del crecimiento, por ejemplo, en el paquete económico se supone que en 2025 el PIB aumentará 2.3 por ciento, cuando el grueso de los analistas espera más bien algo cercano a 1.0 por ciento. Esto, dicen, hace que los ingresos tributarios para 2025 estén sobreestimados por el gobierno federal.
La respuesta del gobierno, con base en su propio documento de Criterios Generales de Política Económica 2025, probablemente sería que de ocurrir dicha desviación en el crecimiento del PIB, el efecto de menores ingresos tributarios sería de cerca de 20 puntos base del producto, por lo que el déficit fiscal para 2025 se ubicaría en realidad por ahí de 4.1 por ciento del PIB.
Irónicamente, si el tipo de cambio en 2025 se acercara más a lo que esperan los analistas, 20.21 pesos por dólar, en vez de los 18.50 que se supone en los Criterios, esto ayudaría a tener mayores ingresos tributarios, pues se incrementarían los ingresos petroleros, cuyo precio cotiza, precisamente, en dólares. El efecto neto sobre el déficit fiscal, incluso tomando en cuenta un mayor costo de la deuda externa, sería una reducción de 12 puntos base, lo que combinado con una desviación del PIB contra su pronóstico en la magnitud comentada en el párrafo anterior, llevaría al déficit a alrededor de 4.0 por ciento del PIB, es decir, muy cercano a la proyección del paquete.
Lo relevante es que incluso si efectivamente los supuestos macroeconómicos del paquete fiscal probaran haber sido optimistas, el déficit fiscal iría a la baja en 2025, y por montos significativos, de casi dos puntos porcentuales del PIB, tal y como lo comprometió la presidenta Sheinbaum.
En suma, tal y como lo señaló el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, el paquete, además de cubrir las necesidades del programa de gobierno, aporta a los mercados la certidumbre que estaban demandando. La mayor prueba de esto último está en la estabilidad de los indicadores coyunturales.
Alfa positivo. El fin de semana del 15 al 18 de noviembre, se llevó a cabo El Buen Fin 2024, con una derrama económica estimada de 165,500 millones de pesos, según la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco Servytur), lo que representaría un aumento de alrededor del 10 por ciento en comparación con 2023. El incremento proyectado se atribuye a la actual dinámica de consumo en México.